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Parras. Santa Isabel. 1 de marzo de 1866.PARTE 2.

NOTICIAS DE LA BATALLA DE SANTA ISABEL. 1 DE MARZO DE 1866.

AUTOR: GILDARDO CONTRERAS PALACIOS.
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PARTE III.- Asedio sobre Parras. Los mexicanos imperialistas sobrevivientes en Santa Isabel, huyeron en retirada hacia Parras, cuando apenas se había iniciado el enfrentamiento, allí había quedado una partida de franceses con cerca de 200 milicianos, bajo el mando del teniente Bastidon, quien se preparó en lo que pudo para recibir la embestida total de la fuerza republicana. Sin embargo, sus temores no se hicieron efectivos y solo la caballería de La Laguna, bajo el mando del coronel Jesús González Herrera, que no había participado en la acción de guerra de Santa Isabel, se encontraba “fresca”, por lo que ese día 1 de marzo de 1866 y en los tres días subsecuentes, se dedicaron a hostilizar a los imperialistas franceses y mexicanos que habían quedado en Parras, sin mayores resultados a su favor.

Sobre las acciones llevadas a cabo en Parras, por los bandos contendientes, en ese día 1 de marzo y lo siguientes tres, tenemos algunas noticias del teniente Bastidon en sus memorias, con el siguiente relato: “A la media noche, cuando el comandante Brian salió dirigiéndose hacia la hacienda de Abajo que llaman de San Lorenzo, ocupé yo inmediatamente las fortificaciones alrededor de la plaza. A la mañana siguiente, y de repente, jinetes de la guardia rural mexicana que acompañaban a la columna de Brian atravesaron a rienda suelta la aglomeración gritándome: ¡Todo está perdido! ¡Todos los franceses murieron, sálvense. El enemigo tiene 2000 plazas y está a dos leguas de aquí!”

“Creyendo que se trataba de prófugos a quienes el miedo dictaba estas palabras hice cancelar a unos cuantos pero al cabo de unos instantes, otros jinetes llegaron lanzándome las mismas palabras que los primeros. Hasta las 7 pasaron jinetes que huían y a esa hora como no tenía yo noticias del comandante de Brian, me convencí de que la columna nuestra había sido, si no aniquilada, por lo menos rechazada con enormes bajas y en completa derrota. Ya se avistaban grupos de caballería en el llano.” “Se sabía que el adversario se dirigía hacia Parras en dos columnas: la primera la que había atacado el comandante Brian, llegando por el camino de Monclova, frente, de más o menos 1500 plazas entre caballería e infantería; el segundo frente de 350 infantes procedentes del lado de la hacienda de Abajo. Al medio día estaba yo completamente cercado.”

El teniente Bastidon, según su relato, se atrincheró en la iglesia, hizo ocupar la terraza con 50 legionarios, dejando 20 adentro, e instaló un “obusero” sobre el techo a pesar de no tener ningún parque para utilizarlo. A su lado colocó un fusil de “fortificación” con municiones apropiadas. Recibió una primera intimación por parte del coronel González Herrera, para rendirse y se le ofrecieron todas las garantías otorgadas a los prisioneros; Bastidon se negó a aceptar la propuesta y cerca del mediodía se inició el fuego entre los bandos contendientes, para terminar cerca de las tres de la tarde, cuando otro mensajero le entregó al oficial francés, otra misiva firmada por González Herrera.

Continuó diciendo Batidon: “Contesté al parlamentario lo que había yo contestado primero, es decir, que si su general nos quería como prisioneros, tenía que venir a capturarnos. Al rato llegó un tercer parlamentario, se acercó y cuando estuvo al alcance de mi voz lo invité a retirarse y a decir a su general que si me mandaba un nuevo parlamentario, me vería yo en la obligación de disparar contra él. Un tiroteo relativamente intenso siguió durante tres días y el 4 de marzo no quedaban alrededor de la plaza más que tiradores aislados...”. Hasta aquí las palabras de Bastidón.

Por la cercanía de Parras, de la columna francesa del comandante Saussier, las tropas de González Herrera habían empezado la retirada hacia la Laguna desde el día 3 de marzo y habían dejado solamente en las goteras de la ciudad alguna avanzada de caballería. Bastidon ignoraba la marcha de Saussier hacia Parras, por lo que se atrincheró fuertemente en una casa donde estuvo expuesto a los ataques de los republicanos. Sin embargo finalmente éstos se retiraron con bajas de “diez muertos y treinta heridos” en tanto que la plaza de Parras siguió en poder de los franceses y el coronel Máximo Campos regresó a ejercer la Prefectura de Parras.

En los meses subsecuentes Parras permaneció en poder de los franceses. El 20 de marzo siguiente, M. Campos, jefe político de Parras, pidió al señor cura de Parras, Leónides D. Alvarado, que se celebrase una “misa especial para jefes y oficiales, de la Columna Francesa”, la cual se realizaría a las 8 de la mañana de los domingos y días festivos, “tal y como lo había hecho antes el señor cura Fischer”. Todavía el 6 de junio de ese año, Campos envió al señor cura un comunicado recibido de la Prefectura Política Superior del Departamento, para su conocimiento y archivo, sin saber el contenido del mismo. En los meses posteriores a la acción de guerra de Santa Isabel, aún se dieron algunos fallecimientos de individuos que resultaron heridos en dicha contienda y que pertenecieron al ejército imperialista de Parras. Tal es el caso de Guadalupe Hernández, soldado, murió el 1 de marzo, pero se enterró el día 3; Juan Frausto de 38 años, muerto el 8 de marzo; Mauricio Mancha Suárez de 30 años, el 22 de marzo; y Nazario Gómez, de 24 años, el 14 de junio. El 23 de junio, se inhumó en Parras al joven Rosalío Rodríguez, de 15 años, cuyos restos se encontraron fuera del sepulcro en el rancho se Santa Isabel.

Los franceses dejaron la población de Parras en el mes de mayo de 1866, cuando las fuerzas del Imperio del Norte se empezaron a concentrar en Durango, Saltillo y Monterrey, preparando la futura retirada de su objetivo inicial de dominio y de conquista en nuestra patria. Parras, en tanto permanecía bajo la jefatura de Máximo Campos. La noche del día 23 de junio de 1866, el aún coronel Jesús González Herrera, al mando de los llamados “Rancheros de la Laguna”, atacaron la población de Parras, con el fin de capturar a M. Campos, sin embargo este logró evadir a sus perseguidores y salió huyendo de la población en compañía de ocho de sus más allegados colaboradores, sin embargo en la refriega hubo un total de cinco muertos de los seguidores de Campos, cuyos cuerpos se levantaron de las calles de la población. M. Campos logró escapar de su domicilio, por la parte posterior del mismo, en la confluencia de la calle Real (R. Arizpe) y Cazadores. En su retirada la gente de González Herrera, dio muerte a José Vicente (a) el clarín. Después de ello, Campos se unió al ejército francés que estaba acantonado en el Saltillo al mando del general Douay, y allí permaneció hasta agosto de ese año, cuando las tropas francesas marcharon al centro del Pais. En el tiempo que Campos estuvo en el Saltillo, hubo de su parte un oficio dirigido al general Andrés S. Viesca, en el cual y en conjunto con el también imperialista y antiguo vidaurrista Julián Quiroga, le solicitaban que fuesen admitidos en las fuerzas republicanas, sin embargo aquella intención, solo quedó en eso, por las condiciones que Viesca les ponía a los solicitantes. Posteriormente Campos de unió a la escolta de Maximiliano, y participó en el sitio de Querétaro; allí fue capturado el 15 de mayo de 1867, y aun, estando herido fue separado del resto de los prisioneros e inmediatamente se le fusiló en algún lugar cercano a la plaza principal de Querétaro. Sus bienes consistentes en su casa habitación y bodegas (fábrica de vinos), avaluados en 12,700 pesos, con sus enseres y utensilios fueron confiscadas por el gobierno republicano; se ubicaban en la antigua calle de Guanajuato (Madero) y Cazadores. Su esposa, doña Filomena Peña Rumayor de Campos, quien era hija del antiguo mayordomo de la Industrial de Parras don Francisco Bernardino de la Peña, le sobrevivió hasta el 30 de enero de 1901, fecha de su muerte. Se enterró en el panteón de San Antonio.

En esa época tan convulsionada en Parras, el coronel Jesús González Herrera, comandaba un grupo armado, conformado por individuos originarios principalmente de la región de la Laguna; grupo éste que constantemente asediaba a la población de Parras, y sus visitas causaban gran inquietud entre la población, dadas las tropelías que se cometían en su contra y por lo general siempre se dejaba constancia de ello, con el asesinato de alguna persona o personas con las que llegaban a tener algún altercado. Dicho grupo era conocido en Parras como los Rancheros de la Laguna. Es probable que González Herrera, aprovechara estas visitas para ver a su familia, o viceversa ya que su madre y hermanas allá radicaban desde que él rondaba los 10 años de edad, ya que con la venta de la hacienda de Hornos por parte de la familia de su madre y por el abandono que sufrieron desde siempre por parte de su padre, tuvieron que emigrar desde muy corta edad hacia Parras, y Jesús tuvo que trabajar como dependiente de mostrador en la Industrial de Parras, cuando la factoría era de los Sánchez Navarro. Allá murieron su madre, sus hermanas, y posteriormente su viuda y su padre, quienes también vivieron en Parras y sus restos descansan en el panteón de San Antonio. Todavía en el año de 1873, tuvo un altercado con Evaristo Madero, su antiguo refaccionador en la siembra de sus propiedades en la Laguna, y el ya general González Herrera atacó la hacienda del Rosario, y quemó una imprenta de Parras que supuestamente había hecho algunas publicaciones que en nada le favorecía por su carácter prepotente y violento.

PARTE IV.-Datos complementarios. Los años de 1865 y 1866, fueron verdaderamente violentos en la región de Parras y La Laguna, por las constantes acciones bélicas de los bandos contendientes. Por un lado los republicanos, y por el otro los franceses y mexicanos imperialistas. Los franceses se acantonaron en Parras, entre los meses de marzo y abril de 1865, y desde ese momento se convirtió en un fuerte bastión de su causa, apoyados por un buen número de parrenses. De acuerdo a la memoria del militar inglés que peleaba para los franceses, James Frederic Elton, “… Parras fue siempre una devota de las causas de Maximiliano… por el contrario el distrito llamado la Laguna, es hostil al imperio y siempre se ha esforzado por apoyar al partido liberal….”. Aquí una prueba de lo afirmado por Elton: “En el Campo Santo de San Antonio, a los diez y siete días de febrero de mil ochocientos sesenta y seis, yo el Presbítero... di sepultura Ecca., en el primer tramo, Cruz Alta al cadáver de adulta de doña Luisa Jiménez, casada con don Cristóbal Mena, de edad treinta y ocho años, originaria y vecina de Parras; murió de un balazo que le dio uno de los “bandidos” del señor don Andrés Viesca… Leónides D. Alvarado.” Aunque fue la anotación hecha por el sacerdote encargado del registro, creemos que era el sentir de muchos parrenses al considerar bandidos a los integrantes de las filas republicanas de don Andrés Viesca.

El cuartel de los franceses lo establecieron en la casa del Colegio, ex residencia de los jesuitas, que por muchos años estuvo en manos de las autoridades en turno. Allá se plantaron en su tiempo los insurgentes, que por allí estuvieron a principios de 1811, cuando el grueso de su ejército se encontraba en el Saltillo, con Hidalgo y Allende a la cabeza. Después de que salieron los franceses de Parras, el sitio se convirtió en cuartel de los republicanos. Parras en esa época estuvo bajo la autoridad del coronel imperialista Máximo Campos Navarro, quien fungía como Prefecto del Departamento de Parras. Para la atención de sus enfermos, los franceses establecieron un hospital en la vieja casona, hoy en ruinas e incompleta que se sitúa en donde “topa” la calle Múzquiz hacia el sur, en el lado oriente del llamado cerro de la “secación chiquita”.

En Parras fue muy frecuente en ese tiempo, el fusilamiento entre los bandos contendientes, la deserción de los soldados era muy penada y en su mayoría y cuando los atrapaban, terminaban en el cadalso. Sin embargo las muertes violentas en general se dieron en buen número. Sabemos por la experiencia actual que se vive en nuestra Patria, que este tipo de conflictos armados, son aprovechados por delincuentes comunes para cometer sus fechorías, en perjuicio de gente pacífica, amparados con el pretexto y justificación de la autoridad de que se tratan de crímenes derivados de la misma situación de guerra y se abstienen de hacer las investigaciones correspondientes. De aquel tipo de muertes que en el año de 1865 se dieron, podemos mencionar las siguientes: 1.jul. Juan García de 25 años, vaquero. Asesinado por unos desertores en el camino; 12.jul. Toribio Molina de 30 años, labrador, de Avilés. Fusilado; Pedro Guerrero de 26 años, labrador, del Rancho de la Palma. Fusilado; 13.jul. Simón Rocha de 29 años, labrador, del Coyote. Fusilado; 18.sep. Apolinario Flores de 44 años, del Saltillo, comerciante. Muerto de un balazo en asalto de los Rancheros de la Laguna.

El 20 de septiembre de 1865, se dio el caso del fusilamiento masivo por orden de la Autoridad del Imperio, de 14 individuos provenientes principalmente de la Laguna, y resulta lógico pensar que se trataba de miembros de la guerrilla liberal que operaba por esa región y cuyo jefe principal era el coronel González Herrera. Aquí el nombre de los afectados: José Ma. Moreno. 36 años. De San José de los Álamos. Labrador; Vicente Nicolás. 23 años. Soldado Francés. Fusilado (¿?); Guadalupe Contreras. 23 años. De San José de los Álamos. Jornalero; Juan Martínez. 20 años. Jornalero. De Santa Rosa; Braulio Sárate. 25 años. Jornalero. De Sta. Clara. San Miguel del Mezquital, Zac; Juan Alvarado. 25 años. Jornalero. De los Hornos; Dionisio Bocardo. 26 años. Obrajero. De San Miguel del Mezquital Zac; Cecilio Reyes. 30 años. De Viesca; Expectación Favela. 18 años. Jornalero. Del Real de Mapimí; Timoteo Solís. 30 años. Jornalero. De la Hacienda de Avilés; Guillermo Marines. 28 años. De Patos; Jesús Medina. 30 años. De la Hda. De San Fernando; Simón Salazar. 20 años. De San José Patagalana. Jornalero; Cresencio Castro. 23 años. De Viesca. Los cadáveres de todos estos individuos fueron sepultados en el panteón de San Antonio en el sexto tramo. Todavía en ese año de 1865 se dieron otras muertes violentas en las siguientes personas: 20.sep. Pablo Espinoza.20 años. Sirviente. De Viesca. Murió de un balazo por los Rancheros de la Laguna; 28.sep.Néstor Lomas.40 años. San Lorenzo. Asesinado; 28.sep. Julián Frausto.30 años. San Lorenzo. Murió de un golpe; 2.dic.Martín Guijarro.25 años. Labrador. Fusilado; 3.dic.Cenobio Lerma.30 años. Muerto por los barbaros. Sin embargo, los involucrados en el conflicto armado, también morían por enfermedades habituales: 16.ago. Claudio Chanois de 45 años, francés. Sargento del 5º Escuadrón del Regimiento de Cazadores. Causa de muerte desconocida; 26.ago. José N., de 23 años, francés. Sargento 2º de la 1ª. Compañía de Cazadores. Murió de disentería. 11.oct. Francisco Martínez de 30 años. Del puerto de Matamoros. Soldado. Murió de fríos.

El año de 1866, fue prodigo en las muertes violentas, por los dos hechos de guerra que se dieron en Parras. Por un lado se tiene la batalla del día 12 de febrero en el que resultaron muertos cerca de 88 individuos de los bandos contendientes y los que se dieron en Santa Isabel el 1 de marzo con aproximadamente 126 muertos, 116 imperialistas y 10 republicanos. Además se dieron las siguientes muertes también en forma violenta: 27 feb. Lázaro López, muerto de un balazo; 17 feb. Doña Luisa Jiménez de Mena, muerta de un balazo; 19 abr. Tomás Alvarado, 64 años. Comerciante, murió de un balazo; 20 abr. José de la O, comerciante, murió de un balazo; 1 may. Ma. Dionisia Longoria, murió de un balazo; 2 ago. José Roque Morales, soldado asesinado. Se dio el caso de la muerte de una mujer de nombre Juana N., que llegó con el ejército de don Andrés S. Viesca en la toma de Parras del día 11 de febrero y el día 21 murió de parto. Cuando la población de Parras estaba ya en poder de los republicanos y figuraba como Jefe Político Manuel Gutiérrez Viesca, se pidió al sacerdote Leónides D. Alvarado, asistiese espiritualmente en el cuartel de la casa del Colegio a 3 de 5 desertores que habían salido sentenciados a muerte, según comunicado del coronel Emiliano Laing Gutiérrez, sus nombres: Anastasio Rivas, Julián de los Reyes y Francisco Olivares.

En dicho año de 1866, hubo un total de 617 muertos, de los cuales 168, murieron de fiebre, 139 de viruelas, casi el 50% del total por esas causas; el resto lo hicieron por causa de la violencia ya mencionada y de enfermedades habituales. Los meses más castigados fueron: febrero con 110, muertos; marzo con 57, (sin tomar en cuenta los habidos en Santa Isabel que alcanzaron la cifra de 126 muertos); abril: 52, 15 de fiebre y 27 de viruela; mayo: 56, 15 de fiebre y 30 de viruela; junio: 47, 11 de fiebre y 20 de viruela; julio: 83, 24 de fiebre y 20 de viruela; agosto: 55, 19 de fiebre y 9 de viruela; septiembre: 53, 13 de fiebre y 2 de viruela; octubre: 45, 22 de fiebre y 3 de viruela; y para noviembre y diciembre la situación mortuoria había regresado a la normalidad. Las otras causas por las que moría la gente de Parras en esa época fueron por: asesinatos y fusilados, disentería, empacho, de algún golpe, de inflamación, de alferecía, de fríos, de anginas, enfermedades habituales, de dolor de corazón, de tiricia, de cólico, de ulceras, de quemaduras, de dolor de costado, evacuaciones, reumas, tos, diarrea, tisis, pujos, vasca, de parto.

Para cerrar, sólo unas palabras al viento y a manera de sugerencia decimos que las Autoridades de los tres niveles, y sobre todo las de Cultura y Turismo de Parras, “deberían” tratar de rescatar en lo posible aquel bastión de la soberanía nacional, aquella finca de Santa Isabel, sitio emblemático de los valores patrios y que hoy se reduce a ruinas y escombros que poco a poco se acaban, por el efecto de la destrucción natural del imperdonable tiempo; allí está sumida en el olvido y de la indiferencia de las dichas Autoridades y sobre todo de las de Parras, quienes deberían ver el sitio como un atractivo más para los visitantes, mediante el establecimiento de una especie de museo, que diera cuenta de aquel hecho tan importante para la Patria. Aquí cerramos un capítulo más de la historia, no solo de Parras y de Coahuila, sino del convulso México de tiempos del Segundo Imperio.

FUENTES: Mas de 100 breves documentos del Archivo María y Matheo de Parras. Enorme. Torreón. 1997. .- Jean Meyer. Yo el Francés. Tusquets Editores México. Marzo de 2002. .- Lucas Martínez Sánchez. Coahuila durante la Intervención Francesa. 1862-1867. Gob. del Estado de Coahuila. Saltillo. 2008. .- Álvaro Canales Santos. Una Batalla Polémica. Revista del Colegio Coahuilense de Investigaciones Históricas. Saltillo. No. 72. 1998. .- Registros Parroquiales del Archivo María y Matheo de Parras. Libros de Entierros. Fechas mencionadas-