¿Por que Parras y La Laguna?

 
 

INTROITO. PALABRAS DEL AUTOR. GILDARDO CONTRERAS PALACIOS...
La Región de Parras y la Laguna, forma una comprensión situada en el sur, suroeste del estado de Coahuila y el noreste del de Durango, cuyo origen como tal, se remonta hacia finales del siglo XVI. La primera noticia que se tiene de la región de la Laguna, como se le conoció en sus inicios en los documentos jesuitas, sus creadores y conformadores, procede del año de 1591, la cual quedó registrada en una carta que el padre Visitador Diego de Avellaneda envió al padre Superior General Claudio de Acuaviva, con residencia en Roma, en donde le comentó la conveniencia de incursionar desde la residencia en Zacatecas, en la región de la Laguna, en donde había “una inmensa mies de indios infieles” que eran pacíficos.
Sin embargo, al contrario de la anterior opinión,  en mayo de 1592 hubo otro informe del entonces Padre Provincial Esteban Páez al Padre General, en el que se consideró la inconveniencia de misionar en la Laguna. El padre Páez, se basó en un reporte del padre Gonzalo de Tapia, que había sido enviado a la región de la Laguna con el fin de considerar la posibilidad o no de que los jesuitas evangelizaran dicha región. Al Provincial y al padre Tapia “les pareció que  lo de la Laguna y todo lo de por allá era trabajo perdido”. Una tercera opinión al respecto la expresó alguno de los Padres Martín Peláez o Nicolás de Arnaya, de que “los indígenas de la región de la Laguna tenían mucha necesidad de ser evangelizados y observó que los naturales mostraban buena disposición de recibir el Evangelio”.  
Con las referencias anteriores, fue entre los años de 1592-1593, cuando el Padre Provincial Esteban Páez, tramitó ante el monarca español Felipe II, la autorización para poder atender a la Laguna.  En abril de 1594, dicho monarca envió a la Casa de Contratación de Sevilla, la cual controlaba en lo absoluto lo relativo a los viajes marítimos que se hiciesen de España a tierras Novohispanas y viceversa, la autorización en la que se permitía al padre Pedro de Morales para que los jesuitas pasaran a Topia, Sinaloa y la Laguna. Sin embargo el Padre Provincial había decidido desde 1593, que los jesuitas atendieran la Laguna en ese año.
Fue en el año de 1594, cuando se dieron las primeras incursiones de los misioneros jesuitas a la región de la Laguna, la cual podía ser atendida desde las residencias de Zacatecas o de Guadiana (Durango); fue de ésta última de donde partieron los primeros sacerdotes que vinieron a hacer su labor evangelizadora en la citada región. Para septiembre de ese año, ya habían salido de Guadiana y operaban en la Laguna, los padres Gerónimo Ramírez, Martín Peláez y Juan Agustín de Espinoza, poco después se les agregó el padre Nicolás Rodríguez. 
A partir de ese año las incursiones de los sacerdotes jesuitas a la región de la Laguna se incrementaron, sin haber establecido un puesto fijo de residencia, aún no localizaban el sitio ideal para hacerlo, iban y venían de Guadiana. En enero de 1595, el virrey Luis de Velazco, otorgó a dos misioneros jesuitas en la Laguna 650 pesos a cada uno, para que los utilizaran en la compra de los menesteres que necesitasen en su apostolado, tales como cálices, misales, libros, vestuario, vinajeras, caballos y para el sueldo de los guías indígenas. 
Así anduvieron los padre los dos primeros años de 1594 a 1596. En este último, asistían la misión en la Laguna, los padres: Francisco Gutiérrez de 37 años, Gerónimo Ramírez de igual edad, Pedro Segovia de 33  y Juan Agustín de 28, además del Hermano Juan de la Carrera; para principios de ese 1597 ya se les había asignado un nuevo colaborador en la persona de Bartolomé de Hermosa. En el trascurso de 1596 y 1597, dichos sacerdotes, hicieron sus primeras incursiones al valle de las Parras, en donde “…halló el padre Juan Agustín… lo que podía ser para juntar en modo de pueblo un gran golpe de gente, así de las sierras como de la laguna, es este valle muy fértil y abundante de agua que bajaba de las faldas de una de las más altas sierras de toda esta comarca, le riegan con gran abundancia y la tierra de suyo produce muchas parras y uvas silvestres… Aquí hizo pie el padre Juan Agustín y sin otra ayuda de costa ni bolsa que la de un pobre religioso para el mejor gasto que necesariamente había de tener semejante empresa…” 
La fundación de Parras fue la obra culminante de las incursiones jesuitas, en la región de La Laguna, en donde el padre Juan Agustín fue el principal protagonista para llevar a cabo aquella loable tarea. Para ello convocó a gente de la laguna, de las serranías comarcanas y del valle de las Parras, quienes en conjunto formaron un gran pueblo. Con las limosnas de algunos españoles de la región logró comprar algunos bueyes y arados “… y repartiéndoles la tierra se les enseñó a cultivar… dándoles cada día de comer y a veces sirviéndoles de cocinero… Tanta era la barbaridad de la gente y tanta la caridad del padre, que después los indios se aficionaron al maíz que aquel año cogieron de sus milpas, y se asentaron mas de propósito y el número de gente fue creciendo…”
Aquella región a la que en primera instancia de le denominó como de La Laguna, a partir de la fundación del pueblo de Santa María de las Parras, la misión tomo el nombre de Parras y La Laguna; por ser dicho pueblo el principal asiento de los jesuitas en la mencionada región, allí establecieron Casa Residencia, y fue el punto de partida para las futuras misiones evangelizadores que realizaron los jesuitas por la región de la misma Parras y la región de la Laguna. Al parejo de Parras, los jesuitas habían fundado otra gran misión denominada de San Pedro de la Laguna, sin los alcances de la de Parras y que al dejarla los jesuitas en el año de 1641, pasó al clero secular y desapareció hacia el año de 1682, ante la falta de atención de los sacerdotes en turno y del constante acoso de los indios Cabezas y Tobosos.
La Misión de Parras y La Laguna, abarcaba todo lo que es el valle de las Parras y al poniente hasta la región de Mapimí y San Juan de Casta, en el estado de Durango. En lo político a dicha región se le denominaba jurisdicción del Valle de las Parras, la Laguna y Río de las Nazas, o bien de la Laguna, Parras y Río de las Nazas y su titular era un Justicia Mayor, puesto, que siempre era ejercido por individuos de origen español, ultramarino. Esta región, como una unidad política, con un origen común, formó parte de la provincia de la Nueva Vizcaya, hasta el período de 1785-1787, tiempo en que se separó, a los municipios del hoy estado de Coahuila de los de Durango para pasar a formar parte, los primeros de la provincia de Coahuila y los segundos siguieron perteneciendo a la de la Nueva Vizcaya. Con la desaparición de las provincias, después de la Independencia, los municipios continuaron separados, unos pertenecientes a Coahuila y otros al estado de Durango. 
Actualmente a dicha región se le ha denominado Comarca Lagunera y sigue conformada por los municipios de Coahuila y Durango, que por siempre la han integrado y que a pesar de dicha separación, siguen conservado aquella identidad que los caracterizó desde su conformación como una región de las más ricas y prósperas del México Norteño.
Los temas que trataremos en este sitio, son con el fin de rescatar algunos trozos de nuestra Región de Parras y la Laguna, muy rica en anécdotas referentes a personas, hechos y lugares que se dieron y existieron por acá, a través de más de cuatrocientos años que nos anteceden, en los sitios denominados, Parras, San Pedro, Viesca, Matamoros, Torreón, Gómez Palacio, Lerdo y Mapimí, entre otros lugares de esta región.

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