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Parras.-Santa Isabel. 1 de Marzo de 1866.PARTE 1.

NOTICIAS DE LA BATALLA DE SANTA ISABEL. 1 DE MARZO DE 1866.

AUTOR: GILDARDO CONTRERAS PALACIOS.
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Parte I. Breve Antecedente. A 150 años de aquella memorable batalla de Santa Isabel del 1 de Marzo de 1866, es un hecho histórico que ha sido tratado por diversos investigadores de todos los tiempos posteriores a su realización. Por ello, resultan conocidos el desarrollo de la misma, los movimientos seguidos por los bandos contendientes y los resultados generales obtenidos. Sin embargo hemos deseado ahondar un poco más sobre el tema, con el fin conocer algunos otros datos referentes a los hechos anteriores y posteriores a la citada batalla, como son la estadía de las fuerzas expedicionarias francesas en suelo parrense, el retiro de las tropas contendientes, el levantamiento del campo de la guerra, los principales jefes que acudieron, lista de heridos, lista de prisioneros franceses, la situación política en Parras después de la batalla y en general algunas otros datos que pudiesen resultar de interés para las personas que gustan de este tipo de hechos. A fines del Siglo XIX, se suscitó una polémica entre los generales Andrés S. Viesca y Jerónimo Treviño, principales jefes del ejército republicano que intervinieron en la batalla, con el fin de dilucidar quien había sido el jefe supremo de la acción de Santa Isabel; sus alegatos y puntos de vista se publicaron en los periódicos de aquella época (1897), El Espectador, diario de Monterrey y La Gaceta de Parras, semanario de esa ciudad. Se publicaron los más diversos artículos basados en la correspondencia personal de los jefes participantes, declaraciones de otros jefes y de personas que intervinieron en dicha acción de guerra, amén de otras pruebas que las partes en conflicto consideraron adecuados en sus alegatos.

De dicha discusión obtuvimos un resumen de los principales puntos que se deben considerar de aquella memorable batalla de Santa Isabel: 1.-El Jefe Supremo de las fuerzas republicanas fue el general Andrés S. Viesca. Los entonces coroneles Jerónimo Treviño y Francisco Naranjo, fungieron como subalternos. 2.- La acción de armas llevada a cabo en Parras el 12 de febrero de 1866 por el general Viesca, fue la preparación para la batalla de Santa Isabel. 3.- Como jefe de los entonces coroneles Treviño y Naranjo, el general Viesca consiguió el ascenso de ellos ante el gobierno republicano, por su valiente comportamiento en la acción de armas de Santa Isabel. 4.- El perdón de los prisioneros se debió a una contraorden del general Viesca como único jefe de las operaciones, ya que Treviño había ordenado su fusilamiento. 5.- El general Viesca, fue el héroe supremo de la batalla del 1 de marzo de 1866. El coronel Treviño ocurrió a ella por el llamado de Viesca y si aquél reclamaba la gloria de esa fecha, igual derecho tendría el coronel Francisco Naranjo, quien resultó herido en la acción.

De aquel importante acontecimiento, incluyo el relato de un subteniente franceses que sobrevivió a la acción; he aquí el testimonio de Ernest Moutiez: “... el destacamento francés quedó aniquilado y todos los sobrevivientes preso. ... A veces en el cuerpo expedicionario soplaba un viento de bravura loca, quizás soplaba para él en esos últimos días de febrero, en esa terrible primera noche de marzo... Hacía frío... Nos empujaba hacia lo desconocido una fuerza tan invisible como el viento en la noche fría... A paso ligero llegamos en tres horas a la primera vanguardia del enemigo, quien se retiró a la primera descarga y poco después nos topamos con el grueso de sus fuerzas, parapetadas en un peñón de unos sesenta metros de altura, arriba de la hacienda de mampostería con terraza… Éramos 185 legionarios, contando con ocho oficiales y 400 mexicanos, contra dos mil hombres. Recuerdo el viento ligero, ligero, y el olor que llevaba consigo, un olor a cuarto sin ventilación o a fogata, y de repente se me ocurrió que ese olor era el de la muerte, o que el olor de la muerte debía ser algo semejante... La noche ya era más clara, un perro aulló, otro le respondió y varios más. Cuando el capitán Moulier mencionó la posibilidad de retirarnos, Brian montó en cólera. Dicen que había tomado bastante... Dio la orden, gritó ¡La France!, grito que repetimos todos con entusiasmo... Corrimos, corrimos bajo una lluvia de balas, detrás de nuestro comandante, que había dejado el caballo y desenvainado su espada. Nos disparaban por delante, por atrás, por los lados, desde la hacienda y desde el cerro. Tres veces intentamos con esfuerzos sobrehumanos tomar la posición, tres veces fuimos rechazados con pérdidas crecientes. Los auxiliares mexicanos ¿que podían hacer sin parque y sin práctica? Nos abandonaron al inicio de la carga, menos el jefe Campos (Máximo) prefecto de Parras, quien atacó una vez con 50 hombres. Logró escapar en su buen caballo y no hay nada que reprocharle... Ahí cayó herido el comandante y muerto a su lado el teniente Roiyaux… El sable se le cayó de la mano, luego Brian se derrumbó y no volví a ver ni su cadáver…. Todos nuestros esfuerzos, 150 contra 2000, fracasaron; entre los liberales bien protegidos, unos cien tenían el famoso rifle yanqui de ocho tiros, ¡una maravilla!... el teniente Schmidt, cayó en la bajada, acribillado. El capitán Cazés también. El capitán Moulinier, al brincar una barranca recibió quince disparos… Quedamos Ravix y yo… Mataron a Ravix. Armé mi pistola para acabar pronto y no ser masacrado, hice una breve oración y de repente me acordé de mis padres. Entonces me levanté, prefiriendo sufrir y sobrevivir por ellos. En ese instante se presentó un oficial enemigo que me pidió cortésmente mis armas. Sobrevivimos 82, 37 de los cuales heridos... Habían muerto 97 soldados y seis oficiales... Entre las filas liberales había un francés, un tal Albert, no sé si era su nombre o su apellido, un desertor del 62° de Línea. Brian había sido capitán de su regimiento, de 1861 a 1864. Dicen que Albert mutiló su cadáver. Sé que remató a nuestro médico, el buen Rustegho, herido, recogido por los mexicanos, en su ambulancia. Espero que el diablo se haya llevado a Albert. Los liberales, ellos, se portaron bien, nos trataron como se trata a presos de guerra y no me quejaré nunca de ellos.... ” (Fragmentos de la memoria de Ernest Moutiez, subteniente del regimiento extranjero y participante en la batalla de Santa Isabel en J.Meyer... p.p. 81-84. Yo el Francés. “Muerte en Santa Isabel”.).

Los principales jefes republicanos que participaron en la batalla de acuerdo al parte de Guerra del general Viesca, fueron: el mismo General Andrés S. Viesca, Coronel Jerónimo Treviño, Coronel Francisco Naranjo, Coronel Victoriano Cepeda, Coronel Francisco González León, Coronel Salvador Fernández de la Cavada, Coronel Agustín Ayala, Teniente Coronel Ildefonso Fuentes, Teniente Coronel Emiliano Laing, Teniente Coronel Pedro Gómez, Teniente Coronel Ruperto Martínez, Teniente Coronel Joaquín Garza Leal, Teniente Coronel Antonio Pérez Zermeño, Teniente Cayetano Guevara, Capitán Baltasar de Hoyos y Comandante Benito Goríbar.

Las pérdidas sufridas por los republicanos fueron mínimas en comparación con las fuerzas del Imperio. Todo se redujo a 10 muertos, 5 oficiales y 5 soldados; 22 heridos, 7 oficiales y 15 soldados, hubo un disperso. Entre los jefes y oficiales republicanos muertos, estuvieron: Teniente Cayetano Guevara; Alférez Pablo Ancira, herido y a los dos días muerto; Alférez Anastasio Maldonado y Alférez Fernando Macías. Y entre los heridos figuraron: Coronel Francisco Naranjo, Mayor de ordenes de la 2ª Brigada, Antonio Pérez Villarreal y Capitán Antonio Magnón.

Las bajas de las fuerzas del 2º. Batallón del Regimiento Extranjero y fuerzas Imperialistas mexicanas fueron de 116 muertos, 103 franceses y 13 mexicanos. Total 116 muertos. Se hicieron prisioneros a un total de 146 individuos, 82 franceses y 65 mexicanos, algunos de ellos en condición de heridos. Entre los muertos de los franceses se encontraron el comandante Brian, los tenientes Roiyaux, Ravix y Schmidt, capitanes Moulinier y Cazes, sargento Roche y el tambor Mitre, amén del doctor de la columna francesa, Rustegho. Los prisioneros fueron: un subteniente, nueve sargentos, doce cabos y sesenta soldados. Aquí la lista: Subteniente Moutiez, Sargentos: Garelle, herido, Acomela, Crala, Conston, Ceconi, herido, Desbardes, Echmann, Pulois, Stenck. Cabos: Bousquet, herido, Connel, herido, Geroupert, Glame, Holins, herido, Manange, Marval, Mathas, herido, Perault, Raulx, Wolf, herido, Wensolbuck, herido. Brigadier Graverieux. Soldados heridos: Antonio, Balt, Cabout, Chauman, Heilfreich, Jdatt, Mullerr A., Menthe, Obnecht, Parture, y Pella. Soldados sin heridas: Albert, Aoss, Becker, Bebacker, Balki, Clad, Creau, De George, Delimege, Deuder, Enning, Eschant, Geringer, Heina, Hensein, Heffneich, Korber, Keber, Kafsemberg, Muller, Muller F., Mentha, Manzt, Marz, Marchant, Mainzt, Menges, Mies, Menuos, Mundispacher, Pace, Pauly, Paltrinieri, Reys, Rubber, Rimoldi, Sonferce, Stock, Slambak, Smilk Charles, Schapel, Vorfeld, Vogtt, Wiltmaye, Zunnier y Zulig (faltan el nombres de uno). Los apellidos, pudiesen haber tenido alguna alteración en cuanto a la escritura de los mismos, por cuestiones propias del idioma y de traducción.

El Material de guerra perteneciente a las fuerzas imperialistas que se recogió del campo de la guerra, consistió en 1 pieza de artillería calibre 12, 1 guión, 66 carabinas de marrazo, 14 rifles, 91 fusiles, 92 bayonetas, 87 cartucheras, 10 espadas, 10 pistolas revólver, 15 lanzas, 2 marrazos, 9 monturas, 9 albardones, 3 cajas de guerra, 1 bastón de banda, 1 carro, 17 acémilas y 27 caballos.

PARTE II.- Hechos que siguieron a la Contienda. Durante la mañana de aquel miércoles 28 de febrero de 1866, al llegar a la hacienda de Santa Isabel, la vanguardia de los ejércitos de Treviño y Naranjo, los pobladores del caserío, salieron apresuradamente de sus hogares con las algunas de las pocas pertenecías que tenían, con el presentimiento de lo que esa noche pasaría allí y se dirigieron a la hacienda de San Lorenzo, buscando refugio en el domicilio de la dueña del lugar, doña Luisa Ybarra Viuda de Zuloaga. Ellos fueron los emisarios involuntarios de dar la noticia de la llegada de los republicanos a Santa Isabel. En ese tiempo hay que recordar que doña Luisa de alguna forma apoyaba a la guerrilla imperialista que actuaba en la Región de Parras y la Laguna.

Respecto a los acontecimientos de ese día por la noche, el subteniente francés Ernest Moutiez continuó narrando lo siguiente: “El comandante “Paul Brian de Foussieres, era un hombre robusto de barba y bigotes cerrados, parecía de más edad que la suya. No tenía familia y manifestaba poca inclinación para las mujeres… Eso sí, toma ajenjo, mucho y se volvía entonces muy platicador… Brian aguantaba muy bien… había pasado 15 de sus 19 años militares en el regimiento extranjero… Lo veo todavía montado en su caballo, con sus botas altas y anchas, las riendas colgando a lo largo de su brazo, las manos en las bolsas para protegerse del frío… Contra la opinión de todos los oficiales, decidió salir a medianoche con 3 compañías y 400 mexicanos… mientras que Brian sacrificó a sus hombres para nada, combinando errores y mala suerte y, quizá, ajenjo a un peso la botella… no fue solo el responsable de su propia muerte sino la de 103 hombres.” Sabemos por las referencias de Moutiez, que Brian acostumbraba el ajenjo (absenta) en buena cantidad; una bebida espirituosa que a mitad del siglo XIX, el ejército francés la utilizaba como remedio para contrarrestar la fiebre de los milicianos en campaña, sin embargo cuando los soldados regresaban de sus expediciones, la seguían utilizando, y su consumo se generalizó entre la población francesa, en la segunda mitad de ese siglo XIX; se caracterizaba por su alto contenido de alcohol y los efectos alucinógenos que causaba entre los que excedían su ingesta. Dicha bebida fue procurada por algunos destacados pintores, poetas y escritores de la época. El escritor Oscar Wild se refirió a ella, con la siguiente cita: “Después del primer vaso, uno ve las cosas como le gustaría que fuesen. Después del segundo, uno ve las cosas que no existen. Finalmente, uno acaba viendo las cosas tal y como son, y eso es lo más horrible que te puede ocurrir”. Su consumo causaba tanta confusión e inspiración a la vez, que el mismo Wild se hacía la siguiente pregunta: ¿Cuál es la diferencia entre un vaso de absenta (ajenjo) y el ocaso? Y por otra parte, se afirma que Van Gogh se cortó la oreja, bajo los efectos del ajenjo. Con el tiempo se llegó a afirmar que dicha bebida causaba graves daños físicos por lo que por algunos años estuvo prohibida su fabricación en el viejo continente. Pero retornemos a lo nuestro.

El comandante Brian salió de Parras confiado en que se enfrentaría a una fuerza inferior y creyó que era el mismo ejército con el que Viesca, había tomado la población entre los días 11 y 12 de febrero anterior. En esa ocasión el general Viesca dejó Parras el día 16, por la cercanía de una columna francesa procedente del Saltillo, y aprovechó la oportunidad para tratar de ir sobre las huestes de M. Campos, quien realizó una precipitada huida por el rumbo de la Laguna y pronto alcanzó el poblado de San Juan de Guadalupe, Dgo., y para el día 18, ya estaba de regreso en Parras, en donde se concentró con los franceses que llegaron del Saltillo. Por lo tanto el general Viesca se situó en la hacienda del Burro en las cercanías de la aún inexistente Colonia de San Pedro, en espera de las noticias de los movimientos militares de los ejércitos de Treviño y Naranjo.

Las fuerzas de la República de Treviño y Naranjo, arribaron a Santa Isabel durante el día 28 de febrero, y las del general Viesca cerca de la media noche de ese día. Ahora bien, la batalla de Santa Isabel tomó forma, con algunos tiroteos aislados previos, entre los bandos contrarios, aproximadamente a las tres de la mañana del día 1 de marzo, alcanzó su punto máximo entre las cinco y seis, y para las siete treinta, todo había terminado. La División de Caballería al mando del coronel Jerónimo Treviño, se retiró del escenario bélico antes del mediodía y se dirigió a la hacienda de San Carlos, adelante de Bocas, hacia el noreste. Le correspondió al general Viesca como jefe supremo de la operación llevada a cabo, permanecer en el lugar hasta en tanto no se levantara el campo y se enterrase a los muertos; acción ésta que se encomendó al coronel Francisco González León, uno de los veteranos de las fuerzas republicanas. Los muertos fueron sepultados en el arroyo contiguo a la hacienda de Santa Isabel. La Brigada de Coahuila del general Viesca se retiró hasta pasadas las cuatro de la tarde de ese día rumbo a la hacienda de San Carlos; se comisionó al coronel Benito Goribar, la custodia de los prisioneros extranjeros y a los mexicanos capturados se les puso en libertad, algunos de ellos regresaron a Parras y otros se unieron al ejército liberal.

Esa noche del 1 de marzo, los jefes republicanos Viesca y Treviño se reunieron en San Carlos, Naranjo no, porque iba seriamente herido y acordaron entre otras cosas, evitar encontrarse con las fuerzas francesas que se dirigían a Parras por tres rumbos diferentes al mando de: Douay, por el rumbo de Sabanilla; procedente del Saltillo venía Saussier y procedente de la Laguna se acercaba Brincourt. Estos movimientos del ejército francés, habían sido tomados en cuenta por los jefes republicanos, con anterioridad a la batalla de Santa Isabel, y se presentaron como motivo suficiente para haber emprendido la retirada y tratar de ganar la frontera lo antes posible. Al otro día muy temprano dejaron San Carlos y se dirigieron hacia Cuatro Ciénegas, al respecto E. Moutiez relata en sus memorias: “…Atravesamos a pie el Bolsón de Mapimí sufriendo como ello, sed y hambre, pero siempre nos trataron bien. Los generales Treviño y Viesca, nos perdonaron la vida cuando pudieron habernos fusilado, puesto que desde el abominable decreto de Maximiliano, teníamos instrucciones de no tomar prisioneros, de fusilar a los oficiales y soltar a los soldados. Duré preso nueve meses, libre bajo palabra en Monterrey... De no ser tan francés, me hubiera quedado en Monterrey con esas mexicanas tan bonitas...” Para el día 10 de marzo tropa y prisioneros ya estaban establecidos en Cuatro Ciénegas, allí el General Viesca, solicitó de las autoridades locales su cooperación para prestar ayuda a los heridos de Santa Isabel, tanto nacionales como extranjeros. La Autoridad Municipal del lugar, nombró una comitiva de damas voluntarias para solicitar la ayuda de la población en beneficio de los heridos y atender en lo que se pudiese a los mismos. Entre los heridos republicanos, como ya lo dijimos, estaba el coronel F. Naranjo, quien para el día 24 de ese mes, ya presentaba una mejoría notable en la herida sufrida en una de sus piernas. Algunos de los heridos, murieron allí en C. Ciénegas. El 24 de marzo murió en el hospital el soldado francés Helfrecht Pella y el 28 de abril murió José Pulido, lagunero de 28 años.

En los meses subsecuentes, hubo una comunicación seria y constante entre don Andrés S. Viesca y el general acantonado en Saltillo Douay, para el trato, canje y ayuda de los prisioneros. Las misivas entre ambos personajes fueron muy amables y al final y después de varios meses conllevó a la liberación de los prisioneros de ambos bandos, los republicanos hechos principalmente en los enfrentamientos de Puebla y Veracruz y los franceses en Parral y Santa Isabel.

Regresando al tema de Santa Isabel, constantemente se ha afirmado que el entonces coronel Jesús González Herrera, asistió a dicha batalla y no fue así, él y su grupo, se presentaron en el escenario de Santa Isabel recién había terminado la contienda, y solo se dedicaron a auxiliar a algunos de los heridos republicanos que se encontraban en el llano y para “rematar” a los contrarios que cayeron en las faldas del cerro y al pie de los muros de las casas del casco de la hacienda. En un comunicado posterior, enviado por el general Francisco Naranjo al general Viesca, con motivo de la polémica suscitada a finales del siglo XIX, entre éste último y el general Gerónimo Treviño; Naranjo le expresó a Viesca, lo siguiente:

“Las fogatas siguieron encendiéndose en la línea ocupada durante el día… A las nueve o diez de la noche llegó Ud., a nuestro campamento con las tropas de Coahuila; como Ud., recordará las demás tropas de la Laguna de ese Estado, al mando del Coronel González Herrera, no podrían llegar a nuestro campamento sino al día siguiente...”. Comunicado este que no deja mayor duda sobre la no actuación de González Herrera en la acción de guerra del 1 de marzo de 1866. Para confirmar lo anterior, tenemos el parte de guerra, de don Andrés Viesca y en el que el entonces coronel González Herrera no aparece en la lista de oficiales participantes en la acción. Además en el parte del Coronel G. Treviño, menciona ciertas acciones llevadas a cabo por algunos de los oficiales que allí participaron y para nada menciona al coronel González Herrera; situación por la cual, este personaje, se dedicó en los subsecuentes días a acosar a la partida del ejército francés que se había quedado en Parras, como adelante lo veremos. Seguimos…

Fuentes: .- Gildardo Contreras Palacios. Parras y la Laguna. Santa Isabel. Editorial del Norte Mexicano. 1990. .- Jean Meyer. Yo el Francés. Tusquets Editores México. Marzo de 2002. .- Lucas Martínez Sánchez. Coahuila durante la Intervención Francesa. 1862-1867. Gob. del Estado de Coahuila. Saltillo. 2008. .- Álvaro Canales Santos. Una Batalla Polémica. Revista del Colegio Coahuilense de Investigaciones Históricas. Saltillo. No. 72. 1998.