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Viesca, Coahuila. Noticias de de Fundacion.
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Viesca, Coahuila. Noticias de de Fundacion.
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AUTOR: GILDARDO CONTRERAS PALACIOS.
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“He seguido esta obra para todo lo relativo al pueblo de San José y Santiago del Álamo, sin haber podido consultar los documentos respectivos, cuya signatura de prudencia omite dicho autor…”. Con estas palabras como píe en las páginas 493 y 494 de su obra Coahuila y Texas en la Época Colonial (Edición de 1938), Vito Alessio se refirió a los datos allí aportados sobre la fundación del pueblo de San José y Santiago del Álamo, que tomó literalmente de la obra de Esteban L. Portillo, en sus Apuntes para la Historia Antigua de Coahuila y Texas, publicada en 1886.
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Ahora podemos afirmar que las anotaciones de Portillo en su obra, son exactas en cuanto a la descripción del acontecimiento narrado ya que existe una copia de los documentos que avalan sus afirmaciones, en el Archivo Municipal de Hidalgo del Parral, Chih., bajo el título de “Testimonio de las diligencias y posesión del pueblo de San Joseph de Grasia y Santiago del Álamo, ejecutadas por don Prudencio de Basterra, alcalde maior y theniente de capitán general del pueblo de Parras, villa del Saltillo sus jurisdicciones y fronteras. Actuando por receptoría. Año de 1731.” A pesar de lo novedoso del documento, no podemos alegar que sea inédito, puesto que ya en sus partes más importantes había sido dado a conocer por L. Portillo, en sus obras, sobre Coahuila, sin que don Vito lo haya podido comprobar con el documento en cuestión.
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Bajo el anterior señalamiento podemos decir que la fundación del pueblo de San José y Santiago del Álamo, hoy Viesca, Coah., en el año de 1731, fue el acontecimiento más importante y espectacular que se dio en el suroeste del hoy estado de Coahuila, desde aquella otra importantísima fundación del pueblo de Santa María de las Parras, en el año de 1598. Y que al final, ambos hechos desembocaron en la fundación y creación de Torreón en el año de 1850. Veamos algo de aquellos trascendentes sucesos.
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El 24 de julio de 1731 en el paraje denominado El Álamo, los miembros del cabildo de los naturales de Parras presentaron al alcalde mayor Prudencio de Basterra, un escrito de la solicitud que habían hecho y les había autorizado Francisco de Barrutia, gobernador de la Nueva Vizcaya, para la creación de un nuevo pueblo, y presentaron a cuarenta y cinco familias y cuatro solteros, “todos ellos naturales de dicho pueblo descendientes los mas de la nación tlaxcalteca y de los indios que hubo en las cercanías del pueblo de Parras”; quienes iban encabezados por el capitán de las milicias de dicho pueblo de Parras, Simón Fernández de Barraza, el alcalde Marcial Gabriel y el regidor Simón Adriano. Aunque estos individuos tenían empleos en el pueblo de Parras, no se les pudo excluir de la lista de los nuevos pobladores, porque se supuso que con su presencia, celo, experiencia y buena conducta serían útiles y provechosos para la formación y desarrollo del pueblo que se iba a fundar.
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La lista de los fundadores la presentó por primera vez, el historiador Esteban L. Portillo y de allí la tomó Alessio Robles, sin haber podido consultar el original que hoy presentamos. Además de Barraza, Marcial Gabriel y Simón Adriano, completaron la lista de los pobladores del Álamo, don Lázaro Gabriel, don Juan Agustín, don Antonio de la Cruz, don Melchor Rey, don Esteban Zacarías, don Gregorio de los Santos, don Vicente Ventura, don Pascual Hernández, don Leonardo Lorenzo, Isidro Bonifacio Villegas, Marcos Hernández, Andrés Xavier, Cipriano Alejo, Juan de la Cruz Villanueva, Nicolás Hernández, Juan José Rodríguez, Juan Hernández, Felipe Santiago, Eugenio Jerónimo, Juan Guerra, Cosme Damián, Diego Marcos García, Francisco Andrés Juárez, Juan Ramos, Pascual de los Santos, Pedro Simón Silvestre, Cayetano Ruiz, Proto Jacinto, Juan Nazario, Pablo Sabino, Pedro José de Ávila, Patricio de Ibarra, Xavier de Lobera, Mateo de los Reyes, Felipe Rodríguez, José Antonio de Ávila, Juan Esteban de los Santos, Xavier de Alvarado, Esteban Mauleón, Alejo Ochoa, Bernardino de la Cerda, Magdalena, con dos hijos, Ramos y Francisco; solteros: don Isidro Miguel Tolentino, Pedro Alejo, Francisco, Juan Victorino y Juan Felipe Villegas. En la lista de don Vito faltaron los nombres que aquí se incluyen y corresponden a Juan José Rodríguez y Juan Hernández para un total de cuarenta y cinco familias y cuatro solteros.
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Los demandantes mencionaron que todos los gastos para el traslado habían corrido por su cuenta y mencionaron que todos ellos habían ayudado a mantener “a diez o doce familias que un año antes se han mantenido en este puesto del Álamo por cuyos medios se ha facilitado el que sembraran algún trigo para hacer las experiencias de las tierras y algún maíz que esta sembrado, habiendo concurrido el común de los naturales de Parras a la saca de agua y abierto muchas acequias para labrar las tierras de sembradura; como así mismo han concurrido a la fábrica de la capilla que ha de servir de parroquia hasta haberla dejado acabada con su puerta y llave, y adornos necesarios para celebrar el Santo Sacrificio de la misa, y la torre con su campanita, como también de la bautismal y crismeras”. Los solicitantes se comprometieron a “asistir a los nuevos pobladores con todos los medios que pudiéremos para su aumento hasta que estén al corriente de sembrar y coger semillas que necesitaren para su mantenimiento; y respecto de ser dicho puesto del Álamo frontera de los indios enemigos, les haremos donación de veinte caballos para que les sirva de rechazar cualquier invasión que intenten los indios enemigos.” Firmaron la solicitud, el gobernador, alcalde, regidores y demás miembros del cabildo de naturales de Parras.
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El alcalde mayor Prudencio de Basterra lo recibió y después de hacer un reconocimiento de las 49 familias, mandó que se hiciera el nombramiento del gobernador y demás autoridades que debería tener el nuevo pueblo, para recibirles juramento, y entregarles las insignias de mando. Todo ello de acuerdo al despacho expedido por el gobernador Barrutia el veinte de febrero de ese año de mil ochocientos treinta y uno. De acuerdo a la facultad que se le confirió al alcalde Prudencio de Basterra, para llevar a cabo las diligencias encaminadas a establecer el nuevo pueblo en el puesto del Álamo y ojos de agua, comúnmente denominados de Juan Guerra, al día siguiente de la presentación, esto es el 25 de julio de 1731, “como a las siete de la mañana, yo el dicho alcalde mayor y juez, en cumplimiento del auto antecedente por mi proveído, hice juntar en el real de mi asistencia a todos los pobladores y habiendo pasado muestra de ello para la lista del escrito presentado por el cabildo de Parras, hay el número de cuarenta y nueve pobladores, a los que pregunté el nombre o advocación que querían poner a su nuevo pueblo que se intentaba fundar en aquel paraje; y respondieron todos unánimes que nombraban por patrones de su pueblo al señor San José de Gracia y al apóstol señor Santiago.” Una vez determinado el nombre con que se denominaría al nuevo pueblo, Basterra procedió a nombrar al gobernador y demás autoridades del nuevo pueblo y en virtud de ello, “elijo y nombro gobernador del sobre dicho pueblo de San José de Gracia y Santiago del Álamo al capitán don Simón Fernández de Barraza y por alcaldes a don Lázaro Gabriel y a don Juan Agustín; por regidores a don Antonio de la Cruz y a don Melchor Rey, por ministro a don Gregorio de los Santos y por fiscal a don Esteban Zacarías, por el tiempo de dos años mas o menos el que fuere la voluntad del señor gobernador y capitán general de este reino o la mía, para que con las varas de la real justicia cuiden y adelanten su pueblo, celando y procurando evitar los pecados públicos, guardando en todo el modo y costumbre que tiene el cabildo de Parras para el gobierno de sus indios…”
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Una vez hechos el nombramiento de las autoridades de los de la república del Álamo, el citado alcalde Basterra, notificó a los nuevos funcionarios sus respectivos cargos, quienes “habiendo oído y entendido dijeron que aceptaban y aceptaron los empleos a que han sido electos y juraron por Dios Nuestro Señor y la señal de la Santa Cruz en forma de derecho, que les recibí a cada uno de por si, de usar bien y fielmente en sus empleos y que atenderán y mirarán con la mayor conservación de su pueblo y alivio de sus pobladores...”. Inmediatamente “yo dicho juez, habiendo entregado las varas al gobernador y justicias de este pueblo, pasamos al Álamo en donde estaba una cruz puesta con todo adorno sobre una mesa, la cual cogiendo en las manos el licenciado don Manuel de Valdés, cura beneficiado por Su Majestad, del pueblo de Santa María de las Parras y su jurisdicción, la entregó a uno de los pobladores llamado Francisco Xavier de Alvarado, y en procesión con repique de campanas, cantando la letanía se llevó a la iglesia en donde habiéndola vuelto a coger el dicho licenciado, la puso sobre el altar e inmediatamente que se acabó la letanía, dijo misa cantada con toda solemnidad, con la asistencia de la capilla de los músicos de Parras, todo lo cual se hizo en señal de verdadera posesión y en fe de ello, yo dicho alcalde mayor y juez, lo firmo con los testigos de mi asistencia, con quienes actúo por receptoría como dicho es. Prudencio de Basterra. Testigo, Sebastián de Acuña. Testigo, Joseph Rafael de Alvarado”.
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Fue hasta tres días después de aquel gran acontecimiento de la fundación de San José de Gracia y Santiago del Álamo, esto es el 28 de julio de ese año, cuando don Prudencio de Basterra ordenó que se viese y reconociese el mejor sitio y el mas conveniente que considerasen los nuevos pobladores para hacer el asiento del nuevo pueblo y se procedería a señalar a cada familia su lote para casa, corral y huerta, “procurando su repartimiento en la mejor disposición que se pudiese para rechazar cualquier invasión que intenten los indios enemigos, y a esta diligencia mando me acompañe el gobernador y cabildo de este pueblo para que con acuerdo de todos se ejecute y luego así mismo se pasen a entregarles por cada viento, tierras que por razón del pueblo se reconociere necesitan para sus siembras y pastos de ganado..” .
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Aún y cuando ya se había llevado a cabo la solemne fundación del nuevo pueblo en el sitio denominado el Álamo, no se tenía bien definido el lugar exacto para la edificación y después de algunas inspecciones por parte de las autoridades de Parras que intervinieron en el acto, al fin, el día treinta de ese mes de julio de 1731, el alcalde Basterra, con la asistencia del gobernador, el cabildo del pueblo del Álamo y otra mucha gente encontraron el lugar mas adecuado para hacer el asiento del mismo y para proceder al reparto de las tierras entre los pobladores, para que edificaran su casas y labraran sus huertas. Para ello se ejecutó la medida de la plaza, dando a cada cuadra o acera doscientas y sesenta y cuatro y media varas; en la cuadra del oriente se señaló el lugar para las casas reales, casas de comunidad y cárcel; hacia el sur y con las mismas medidas que el anterior se entregó un lote al gobernador Fernández de Barraza; estas propiedades lindaban con la calle que daba con el cementerio de la iglesia por el poniente; y en las tres cuadras restantes de la plaza se dio acomodo a las tierras de los del cabildo. Y a partir de allí se fueron repartiendo los demás terrenos entre el resto de los pobladores, siendo cada uno de ciento treinta y dos varas y cuarto de ancho por doscientas y cuatro y media varas de largo. Junto al la iglesia se le señaló al licenciado Manuel de Valdés, cura beneficiado del pueblo, un terreno para casa, huerta y corral con las mismas medidas que a los demás.
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Una vez señalado el sitio exacto que ocuparía el pueblo del Álamo, al día siguiente, 31 de julio, las mismas autoridades, procedieron a la mesura de lo que serían las tierras de los pobladores para que hiciesen sus cultivos y les sirviesen para el pastoreo de su ganado. Para lo cual se daría una legua por cada viento y para ello se tiraría un cordel de cincuenta varas usuales. Ese día se principió por el viento del poniente, empezando en donde terminaban las casitas que se situaban atrás de la iglesia y al final se colocó mojonera que colindaba con el camino que iba hacia los Hornos, quedando el ojo de Juan Guerra en el centro de dicha medida. En los siguientes dos días, uno y dos de agosto, se hicieron las mediciones de los otros vientos, tomando como punto de referencia la mitad del sitio señalado como plaza y el día tres, el gobernador y cabildo de los naturales pidieron a Basterra, que se les diese posesión judicial de las tierras que se han medido “para reentregar a su pueblo las que como tal le pertenecen y sin embargo de estar en posesión de ellas por el mismo hecho de las diligencias hechas por mi dicho juez, pidieron me sirviese dárselas y yo dicho alcalde mayor y juez, mando se les de...”.
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Y en dicho día mes y año (3 de agosto de 1731), “yo dicho alcalde mayor y juez en cumplimiento del auto antecedente, fui a las dichas tierras y en nombre de su majestad, puse en posesión al dicho gobernador don Simón Fernández de Barraza, de todas ellas y de las aguas que comprenden dentro de las cuatro mojoneras, paseándole por la mano, el cual arrancó hierbas, tiró piedras, saco y bebió agua del ojo de Juan Guerra, todo lo cual era en señal de verdadera posesión, en nombre del común de su pueblo y de cómo todo lo referido se ha hecho quieta y pacíficamente sin contra alguna, pidió testimonio para en guarda del derecho de dicho pueblo, y yo dicho alcalde mayor y juez, mando se les entreguen originales de estas diligencias... en virtud de la comisión que me dio su señoría para despacho del veintiséis del mes de febrero próximo pasado de este presente año en la villa de San Felipe el Real, así lo proveo y mando... Prudencio de Basterra. Testigo, Sebastián de Acuña. Testigo, Joseph Rafael de Alvarado”.
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Esto fue la realidad de lo que pasó en aquellos días de finales de julio y principios de agosto del año de 1731, tiempo en el que se fundó el pueblo de San José de Gracia y Santiago del Álamo, que en los siguientes cien años sería la cabeza de colonización de la Comarca Lagunera de Coahuila.
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-GILDARDO CONTRERAS PALACIOS-
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