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PARRAS. PANTEON DE SAN ANTONIO. CENSO DE TUMBAS ABRIL 1989
PARRAS FOTOS Y RECUERDOS.
 
Torreon. Notas Breves de su Fundacion. Parte I.

AUTOR: GILDARDO CONTRERAS PALACIOS.

El año de 2007 la ciudad de Torreón estuvo cumpliendo cien años de haber sido elevada al rango de ciudad. Acontecimiento por el cual, han surgido muchas dudas entre la misma gente de la ciudad y en la de otras partes de nuestro país respecto a lo que verdaderamente se esta celebrando como preámbulo al año en cuestión. Por lo que resulta muy oportuno poder expresar nuestra opinión sobre el tema, así como de otros aspectos inherentes a ello. Para iniciar podemos afirmar sin temor a equivocarnos que lo que se prepara para celebrar el año entrante, será la conmemoración del Centenario de Torreón en su categoría de ciudad, y digo esto porque en algunos casos y en ciertas ocasiones se propala y se menciona que lo que se celebra son los “cien años de la Fundación de Torreón”. Versión que a mi punto de vista muy particular, resulta totalmente errónea y fuera de todo contexto histórico. Ya que Torreón fue fundada hacia el año de 1850, por el hacendado español Leonardo Zuloaga Olivares, en conjunción con algunos campesinos de sus ranchos aledaños situados en la vasta hacienda de San Lorenzo de la Laguna, la cual adquirió, junto con Juan Ignacio Jiménez en el año de 1848. A partir de ese año, Torreón a través de más de 150 años de existencia, ha tenido un desarrollo lógico de crecimiento de todo lo que nace, que se crea, que se funda y cuyo inicio se remonta a aquella incipiente cuadra construida por Zuloaga de donde el sitio tomó el nombre de rancho del Torreón, hasta llegar a la moderna urbe que hoy conocemos, después de haber pasado por las categorías de rancho, hacienda, estación y villa, para posteriormente convertirse en ciudad en el año de 1907.

En el año en que Zuloaga y Jiménez compraron la hacienda de San Lorenzo (1848), ya se había iniciado la construcción de algunas primitivas presas de enrollado y cascajo, denominadas, San Fernando, Santa Rosa y Calabazas, que no abarcaban mas que el brazo izquierdo del río y permitían llevar un mínima parte del agua del Nazas, hacia las haciendas de San Fernando (Lerdo) y Santa Rosa (Gómez Palacio), cuyos propietarios eran Juan Nepomuceno Flores y Juan Ignacio Jiménez, respectivamente. Hacia el año de 1850, Zuloaga empezó a construir una presa que le permitiera captar parte de las corrientes sobrantes del Nazas para llevar el agua a las tierras de cultivo que se proponía crear. Resulta muy claro suponer que desde la fecha misma de la compra de la hacienda de San Lorenzo, existió un acuerdo verbal entre Zuloaga y Jiménez para repartirse las tierras de la citada hacienda, quedando para Zuloaga las de Coahuila y para Jiménez las de allende del Nazas. Precepto bajo el cual cada uno de los propietarios, iniciaron los trabajos en sus respectivas tierras.

Al empezar la construcción de la presa, Zuloaga tuvo que echar mano de la gente que habitaba en los ranchos de su nueva propiedad, que estuviesen mas cercanos al punto de la construcción (La Concepción, El Alamito, El Tajito, San Miguel y San Lorenzo) y para proteger a sus trabajadores, construyó aquel cuadro de ochenta metros por lado con un torreón en la esquina sureste de la mismo que como mencionó Zuloaga en una carta que envió al gobernador de Nuevo León y Coahuila Santiago Vidaurri en abril de 1856: “… el Torreón… cuyo nombre le viene cuando la comencé a fundar, lo primero que hice en ella fue un torreón en donde se pudiera escapar de los ataques de los bárbaros la gente que trabajaba”. Dos importantes palabras mencionó Zuloaga en su misiva, el nombre con el que ya en ese tiempo denominaba a su rancho el “Torreón”; y la palabra “fundar”, que no es otra cosa que la creación, el inicio, el nacimiento de Torreón

No existe hasta la fecha un documento fehaciente conocido, que nos pueda demostrar con exactitud la fecha de la fundación de Torreón a no ser del testimonio mismo que Zuloaga nos legó de su correspondencia con Vidaurri; por tanto para poder investigar más al respecto echamos mano de aquellas fuentes que nos acercaran un poco más a la realidad. De esa manera nos avocamos a examinar los registros parroquiales de Viesca, cuya iglesia en ese tiempo (1850), era parroquia auxiliar de la de Parras para la atención espiritual y para la impartición de los Sacramentos a los pobladores de la región de la Laguna de Coahuila y por tanto estar allí las constancias de los bautismos, matrimonios y defunciones que por acá se dieron. Además en lo político en el tiempo de la fundación de Torreón, el lugar pertenecía a la municipalidad de la villa de San José de Viesca y Bustamante (hoy simplemente Viesca, Coah.), rango que esta población alcanzó en 1831. Fue en el año de 1992, cuando publiqué mi libro “Antecedentes Históricos a la Fundación del Torreón” y en uno de sus apartados mencioné el nombre de las primeras personas que nacieron o se casaron en el Torreón, aún en su calidad de rancho, pertenecientes los más antiguos a los años de 1855 y 1856. Cuyos datos obtuve de los registros de bautismos y matrimonios de la parroquia de Viesca. Situación que vino a corroborar lo dicho por Zuloaga en el comunicado que hicimos referencia en el párrafo antecedente, respecto a que: “Tiene esta finca (Torreón) buenas casas de vivienda, una presa…”. Ya no era solo el cuadro de construcción mandado levantar por Zuloaga, lo que existía en el Torreón, sino que ya había en el sitio algunas casas en donde vivían los trabajadores con sus familias, que habían trasladado su residencia a este lugar.

Por la distancia que existía entre el rancho de Torreón y la villa de Viesca, era complicado que las personas de por acá se trasladaran a la iglesia de dicha villa para recibir algún tipo de Sacramento, lo que motivó que algunas de las parejas que radicaban en Torreón, vivieran en unión libre, sin haber formalizado la relación por medio del matrimonio religioso; lo que ocasionó que los primeros nacidos en Torreón fuesen hijos de los considerados “naturales”. Por lo que en las constancias respectivas así se les identificó y por tanto se mencionan únicamente el nombre de la madre, no así el del padre. Zuloaga, junto con sus trabajadores que eran campesinos de algunos ranchos laguneros, fueron los pioneros de la agricultura en la región de la Laguna de Coahuila; fueron ellos quienes mediante la edificación de la cuadra fundadora, del desmonte de los terrenos para el cultivo y de la apertura de acequias y canales, prepararon el lecho de la naciente población de Torreón. De su comunicación en el devenir cotidiano, cuando deambulaban por esta región del suroeste de Coahuila, surgió el nombre de Torreón, cuando hacían alusión a aquella construcción en forma de torre que Zuloaga mandó construir como puesto de vigilancia para proteger a sus trabajadores de los ataques de los apaches. Voy al “Torrrión”, vengo del “Torrión”, está en el “Torrión”, se fue al “Torrión”, solían decir a diario los campesinos que por acá habitaban.

La fundación de Torreón, no fue un acto aislado debido a la casualidad, sino que fue la culminación de 252 años de colonización llevada a cabo en el indómito, suroeste de Coahuila, con diversas y bien definidas etapas que empezaron con aquella memorable y significativa aventura llevada a cabo por los miembros del ejército de Loyola en la fundación de Santa María de las Parras en el año de 1598. Fue en el mes de febrero de 1852, cuando Leonardo Zuloaga y Juan Ignacio Jiménez, decidieron formalizar y legalizar la separación de los terrenos correspondientes a la Hacienda de San Lorenzo de la Laguna, diligencia que realizaron ante el juez Mariano Delgado, juez divisor del rancho de San Sebastián. Para ello Zuloaga tuvo que pagar la cantidad de siete mil quinientos pesos a Jiménez, como compensación por la mayor población de los ranchos con los que se quedó Zulaoga. “Para mí las de aquende, y para vos las de allende del río de las Nazas”, dijéronse mutuamente ambos compradores. Posteriormente en el mes de marzo siguiente, los mismos señores junto con Juan Nepomuceno Flores, realizaron un contrato para la repartirse la utilización de las aguas del río de las Nazas. Con dichos convenios la propiedad de la región lagunera quedó en apariencia debidamente establecida, y digo en apariencia porque después vendrían las acaloradas discusiones entre los mencionados hacendados, y los posteriores dueños de los predios en cuestión por los problemas principalmente del agua.

Debido a la prosperidad que Torreón alcanzó al poco tiempo de haber sido fundado, pronto aparecieron personas que se interesaron por ella, y algunos campesinos residentes en San José de las Habas, lugar situado en las cercanías de la hoy San Pedro de las Colonias, en el año de 1856 hicieron una propuesta a Zuloaga para que les vendiera dichos terrenos con el fin de crear allí una villa. Sin embargo Zuloaga se rehusó desde un principio a aceptar la oferta de los campesinos y a cambio estaba dispuesto a venderles un sitio de terreno, todo de “pan llevar”, situados en las cercanías de las tierras que pertenecían al vecindario de Parras, en plena laguna de Mayrán. Como resultado de dicha propuesta, Zuloaga en su comunicación escrita con Santiago Vidaurri en el año de 1856, le llegó a comentar que Torreón era la principal de sus fincas y que no estaba a orillas ni al último de sus propiedades, como se había llegado a comentar, sino que él la consideraba como cabeza de todas las demás y agregó que la finca del Torreón, estaba situada “a la derecha de donde desemboca el río de Nazas, lindando por el norte y oriente con el estado de Durango y rodeada por las hermosas fincas de dicho estado, Santa Rosa (Gómez Palacio), San Fernando (Lerdo), San Carlos (Real) y Avilés (Cd.Juárez, Dgo)”. Zuloaga fue un poco más allá en sus comentarios y volvió a recalcar el hecho de que la fundación de Torreón había sido obra suya y solamente suya. Veamos que dijo a Vidaurri al respecto: “…Vuestra excelencia conocerá poco mas o menos el valor de esta finca (Torreón), objeto de todos mis desvelos y que quiero tanto mas cuanto que yo la he formado desde sus cimientos”.

En casi seis años de existencia, Zuloaga, ya había logrado construir a poca distancia del casco de su finca del Torreón un pequeña presa o toma de agua de donde partían dos profundas y largas acequias (tajos) que regaban “una labor incalculable”. El trabajo físico desarrollado por los peones y campesinos empleados de Zuloaga, durante los primeros años de Torreón fue extraordinario, sobre todo en la obtención del material pétreo de los cerros adyacentes, para la construcción de la presa que había costado poco mas de dieciséis mil pesos; en la apertura de hondos y espaciosos canales de riego a puro pico y pala; y en el desmonte del mezquital, que había costado a Zuloaga “un dineral” que se extendía desde la vera derecha del río de las Nazas, hasta las faldas desoladas de la sierra de las Noas. Para el desarrollo de sus actividades, los peones y campesinos formalizaron su estadía en el rancho del Torreón y poco a poco se fueron asentando por acá, junto con sus familias. Ya no tenían que estar viajando continuamente a sus lugares de origen, que eran los ranchos más cercanos al sitio del Torreón. Sin embargo desde el inicio de la fundación de Torreón, las tierras de cultivo fueron en aumento día con día, y la siembra de algunas gramíneas se fue intensificando y se hicieron mas estables en las diversas épocas del año; pero sobre todo el cultivo del algodón recibió especial atención para poder hacerlo productivo y redituable; y ya para 1855 era lo que primordialmente se cosechaba en el rancho del Torreón. El tipo de algodón que por acá se cultivaba fue el llamado de “soca”, o del país, que se daba en árboles que en ocasiones llegaban a alcanzar una altura hasta de tres metros; dichos árboles se replantaban año con año en tierras previamente regadas, y los árboles volvían a dar fruto. En ese año de 1855, Zuloaga, logró levantar de cosecha en el Torreón, quince mil arrobas de de algodón (1 arroba = 11.502 kgs.) y algún maíz y frijol; tenía esperanza de cosechar en el de 1856, cuarenta mil arrobas de algodón y en los años subsecuentes subir la producción de cincuenta a sesenta mil arrobas. El algodón que acá se producía era enviado a las fábricas textiles de Parras y Aguascalientes, a pesar de que a dichas factorías les resultaba mucho mas barato traer el algodón desde Texas que comprar el que se producía en la región.

Los métodos productivos aplicados por Zuloaga en sus ranchos de la Laguna pronto fueron también vistos con malos ojos por cierta gente de la región y en agosto de 1855, el rancho de Torreón fue atacado por el coronel vidaurrista José María L. Portillo, que se llevó cautivo sin causa justificada y rumbo a la Concepción al administrador Juan Fierro (sobrino de Zuloaga), de donde a los pocos días lo rescató Zuloaga. Este acontecimiento fue la continuación del problema que surgió en mayo de 1851, cuando el gobierno del estado de Coahuila, trató de darles posesión de 11 sitios de ganado menor a los habitantes de San José de Matamoros y San Juan Nepomuceno de la Carrera, los cuales le habían comprado y pagado en noviembre de 1850 y el gobierno del estado malamente y sin saber que los terrenos en cuestión pertenecían a Zuloaga, aceptó el pago y por tanto al hacer los deslindes correspondientes, resultó que los terrenos vendidos no eran de los baldíos, sino que eran parte de la hacienda de San Lorenzo de la Laguna, que pertenecía a Zuloaga. Este fue el inicio de un largo litigio entre Zuloaga y los matamorenses que se alargo por más de 10 años y que concluyó con el ataque a los ranchos de Zuloaga en 1863 en el cual murieron algunos de sus colaboradores y con la consecuente erección en villa del rancho de Matamoros, por el presidente Juárez en 1864.

En los años subsecuentes de la década de los cincuenta y principios de los sesenta, Zuloaga logró algunos avances en cuanto a la siembra del algodón e instaló en el Torreón entre otras cosas una máquina deshuesadora con el fin de darle celeridad a la producción y venta del algodón, a pesar de la dura competencia que les hacía el algodón proveniente de Texas, cuyas importaciones se acrecentaron durante la Guerra Civil norteamericana (1861-1865) en la que los puertos sureños fueron bloqueados por los ejércitos de la Unión, para impedir la salida de efectos y mercancías de los estados confederados hacia Europa. Todo aquel avance en las ranchos y haciendas de Zuloaga, se llevaban a cabo entre un clima de incertidumbre a partir de 1857, cuando se inició la Guerra de Reforma entre liberales y conservadores, que aunque en la región no se dio ningún hecho de armas por esa causa, Torreón si era paso obligado de las tropas liberales que se movían entre Durango, Parras, Saltillo y Monterrey, que en la mayoría de los casos tomaban de los diversos ranchos de Zuloaga lo que necesitaban para su manutención, muchas veces sin pagar el costo de las cosas, así fueran caballos, ganado para alimento, armas, forrajes, carros, etc. En el año de 1860, también llegó por acá el militar conservador español, Domingo Cajén y sus tulises con el fin de levantar gente de leva para engrosar su ejército, estuvo en Santa Rosa (Gómez Palacio), Torreón y llegó hasta tierras matamorenses, en donde algunos campesinos fueron “levantados” y otros se le unieron por el solo hecho de que Cajén era enemigo de Vidaurri, y de esa manera vieron la forma de hacerle frente a dicho gobernador, de quien no habían obtenido ningún apoyo para la legalización de sus tierras que ya habían pagado al gobierno en el año de 1850.

En el mes de octubre de 1860, el jefe político de la villa de Viesca por órdenes del gobernador Vidaurri y a petición de Zuloaga, envió a Torreón, una fuerza de casi cuatrocientos hombres, con el fin de tumbar la presa que estaba construyendo Jiménez en la Boca de Calabazas, en el lado derecho del río para evitar el paso del agua hacia sus propiedades. Por otra parte Zuloaga trataba de persuadir a Vidaurri de correr el límite del estado de Coahuila y Nuevo León con el de Durango hasta el punto denominado Raymundo, y de esa forma se evitarían muchas discusiones al respecto. En abril de 1863 se suscitaron los primeros enfrentamientos entre la gente de Zuloaga y los matamorenses y en octubre siguiente se dio el ataque al hogar de Zuloaga en la hacienda de Hornos. La revolución que había alcanzado el clímax en ese año de 1863, afectó casi la totalidad de los ranchos de Zuloaga en donde hubo destrozos y saqueo por parte de los alzados y Torreón no fue la excepción Las palabras que Zuloaga dirigió a Vidaurri sobre los lamentables acontecimientos incluyeron lo siguiente: “Por lo demás me han robado las ventanas de las casas que tenía sobre el río de Nazas y han pasado con todo el robo para el estado de Durango, a la hacienda de Santa Rosa…voy a ocuparme de formar la cuenta de las pérdidas que he sufrido en ocho de mis mejores haciendas… las haciendas robadas a las que me refiero son las siguientes: Los Hornos, La Barbada, El Torreón, La Concepción, San Antonio del Coyote, El Alamito, San Lorenzo y San José de los Álamos o el Burro”. El monto de los destrozos ascendió a la suma de 698,718.00 pesos, de los cuales 103,917 pesos correspondieron a Torreón.

Los anteriores acontecimientos marcaron el inicio del desplome del latifundio de Zuloaga, puesto que su autoridad en sus ranchos de la Laguna ya no pudo ejercerla nunca más. Todo aquello fue un caos, no había cosechas, el ganado había sido robado y en fin todo el aparato productivo de la Laguna de Coahuila se vino abajo. A fines de febrero de 1864, vino el pleito entre Zuloaga y Vidaurri y en septiembre siguiente el presidente Juárez a su paso por la Laguna y por Torreón y durante su estancia en Mapimí, decretó la creación de la villa de Matamoros de la Laguna con lo que la propiedad de Zuloaga se vio seriamente afectada. Todos esos contratiempos tenidos por Zuloaga provocaron que su salud se deteriorada considerablemente y en febrero de 1865, murió en Parras, de “inflamación en los intestinos”. Entre los años de 1865-1866 se presentaron en la región algunos acontecimientos inherentes a la guerra de Intervención y del Segundo Imperio. El campo lagunero fue escenario de varios enfrentamientos entre la guerrilla imperialista y la republicana. Fue desde el rancho del Torreón en julio de 1865, de donde el general Agustín Enrique Brincourt envió al general Bazaine su dimisión y renuncia al cuerpo expedicionario de México y pidió retirarse a Paris por no estar de acuerdo en la forma de actuar del ejercito francés a su paso por la campiña mexicana. Durante este conflicto doña Luisa Ibarra, viuda de Zuloaga apoyó económicamente a la guerrilla imperialista, lo que ocasionó que al triunfo de los republicanos en 1867, el gabinete del presidente Juárez, le expropiara sus propiedades pertenecientes a las haciendas de: Hornos, San Lorenzo de la Laguna y San Lorenzo de Parras. SIGUE PARTE II...