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Parras. Parte 1. Los negros de Angola y otras naciones en la conformación de Parras y la Laguna.
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Parras. Parte 1. Los negros de Angola y otras naciones en la conformación de Parras y la Laguna.
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AUTOR: GILDARDO CONTRERAS PALACIOS. Todo el material incluido en este articulo, ya sea grafico, escrito o documental, no podra ser reproducidos total o parcialmente, en español o cualquier otro idioma, en ninguna forma ni por ningun medio sea: mecanico, fotoquimico, electronico, magnetico, por fotocopia, o cualquier otro inventado o por inventarse, sin el permiso expreso, previo y escrito del autor, en terminos de la Ley de Derechos de Autor. Con todos los Derechos Reservados y Protegidos conforme a la Ley. DR 2015.
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El día 14 de de mayo de 1658, en audiencia de la mañana… se hizo comparecer ante el tribunal del Santo Oficio (de la ciudad de México) a Pedro Bentura… dijo llamarse como tal, de 40 años ser originario se la ciudad de Santa Cruz en el Brasil y ser esclavo de Esteban García… de la ciudad de Puebla de los Ángeles con residencia… en el Real de Minas de Cuencamé… Agregó que era cargador de las recuas de su amo… Sobre su familia… su padre… se llamó Pedro de la Cruz… de la isla de Santa Cruz en las Canarias… De su madre dijo… que se llamó María, negra de casta Angola… De sus abuelos paternos recordó que fueron Gregorio Carazabal, negro angolo… De sus abuelos maternos… sabía que eran de Angola…” Esto es el inicio de la declaración de Pedro Bentura, sobre el juicio que se le siguió en el tribunal de la Inquisición de la ciudad de México; Bentura, era un sujeto de raza negra que fue acusado en Parras de “faltar a la profesión del Santo Bautismo… blasfemo hereticalmente y que había renegado de Dios y de sus Santos…”. Su caso es muy extenso, que ya hemos presentado por separado, pero esta vez nos sirva solo como referencia. La anterior cita, es únicamente, con el fin de poder sentar algunas opiniones, sobre la importante intervención que tuvieron los llamados negros de Angola en la conformación de la región de Parras y La Laguna, aún y cuando en este caso Pedro Bentura, por su oficio era solo habitante de vez en cuando de la región de referencia.
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La intervención y cooperación de los mencionados negros, por lo general no ha sido tomada en cuenta por los investigadores e historiadores que han hablado sobre la región. No se les ha dado importancia, ni existe monumento alguno en toda la región para recordar a aquellos que vinieron de muy lejanas tierras, no en forma voluntaria, sino traídos a la fuerza, con abuso y en forma infrahumana por los negreros y hacendados que empezaron a gestar sus propósitos económicos en esta región de Parras y La Laguna. Aquellas personas en su lugares de origen, fueron separados en forma violenta de sus familias, esposas e hijos, que allá quedaron o se los llevaron en igual condición a otras tierras distantes. En esos momento su vida real acababa, su vida anterior había muerto y se les embarcaba en navíos, por un mar sin orillas de aspecto incomprensible de temor, de sufrimiento y de congoja, naves sin brújula ni timón, sin esperanza, para sus vidas y solo atendiendo las ordenes y nefastos deseos de sus amos, que se convertía en dueños y señores de sus vidas. A pesar de todo aquel cumulo de desesperanza algunos de ellos, llegaron por acá y acá se quedaron, de alguna forma recibieron la luz celestial de la vida, de la libertad y de la felicidad para seguir adelante.
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La esclavitud, es tan antigua como el hombre mismo, es el dominio del hombre sobre su hermano el hombre, conseguida en sus inicios por la ley de la fuerza bruta, método que hoy ha prevalecido pero como resultante del poder económico de individuos y naciones y a los beneficiados y afectados, los vemos pulular por doquier en la vida cotidiana de nuestras sociedad mundial. En las tierras de América, la esclavitud, creció al ritmo de la conquista. En el siglo XVI, los esclavos negros eran traídos a tierras novohispanas, procedentes de diferentes regiones del África occidental. En un principio fueron de la parte norte, de la zona de Mauritania, incluyendo las islas Canarias, que solo actuaban como depósito de esclavos; sin embargo esta región tuvo poca y corta importancia, debido a la influencia islámica de sus habitantes y se evitó su extracción por motivos religiosos para evitar la contaminación de las ideas que dichos individuos pudiesen aportar entre los habitantes de las nuevas tierras. Posteriormente los negros fueron sacados de una región al sur de la anterior, de Guinea o Cabo Verde, de dicha zona fueron extraídos una gran cantidad de individuos por portugueses, holandeses e ingleses, sucesivamente. A finales del siglo XVI, la “saca” de esclavos se había extendido a la región de Costa de Oro, cuyo primordial interés surgió en un principio por parte de los portugueses para aprovechar de la región, la extracción de oro y marfil. En la primera mitad del siglo XVII, la isla de Santo Tome, al oeste de Gabón y Guinea, se convirtió en la principal factoría negrera de la región, sin embargo la isla en poder de los portugueses, fue capturada por los holandeses y con ello, y en la segunda mitad de ese siglo, los primeros hicieron prosperar como centro negrero, la zona que se extendía al sur del río Congo que se refería a la región de Angola, cuyos esclavos que de allí se extrajeron fueron conocidos como de “casta angola”. Por último hubo una última región de extracción de esclavos, en el África oriental, ya no eran solo negros, sino que eran individuos con fuerte influencia hindú, asiática y de Oceanía.
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Los puertos y puntos de entrada de los esclavos al continente americano, por la región del Caribe y la Nueva España, fueron: Portobello (Panamá), Cartagena, La Habana, Veracruz y Campeche. En sus inicios los esclavos eran traídos directamente del Continente Africano, y posteriormente se traían de los depósitos existentes en Curazao y Jamaica. Es claro que en su traslado, aquellos negros sufrían dentro de las embarcaciones de un hacinamiento impensable, en galeras poco ventiladas, sin alguna medida de higiene, mal alimentados, en algunos casos padeciendo alguna enfermedad y conviviendo con algunos animales domésticos, en un ambiente nauseabundo y fétido, tal vez sujetos con grillos y bajo un gran ambiente de miedo y de zozobra. Antes de que dichos esclavos entrasen a los depósitos, las cargazones eran verificadas por los oficiales del lugar, quienes comprobaban la legitimidad del arribo, y después se agregó una visita de sanidad para certificar la salud completa de los individuos, para evitar cualquier enfermedad contagiosa y epidémica. De igual manera los esclavos eran sometidos a dos fases de registro como piezas de Indias: “el palmeo”, consistente en medir la estatura de los esclavos, quienes debían tener un mínimo de siete palmeos, que se traducían en un metro setenta centímetros de estatura; esta fase incluía también un examen físico y una apreciación de la edad. Después venía “la carimba”, que consistía en una pequeña marca con hierro candente en la espalda, pecho o muslos de los esclavos, cuyo diseño dependía del asentista y el lugar de entrada y con ello se le daba certeza al futuro comprador de la legal estancia y entrada al territorio americano de los esclavos en cuestión. De los puertos de entrada, los esclavos eran trasportados a sus lugares de trabajo, en carretones, cabalgaduras o a “pata” en colleras como se dice coloquialmente.
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Acá en el septentrión mexicano y en especial a la zona que nos ocupa, la Región de Parras y La Laguna, después de que Francisco de Urdiñola y Lorenzo García establecieran por separado núcleos de población en el llamado Valle de las Parras, en 1594 y 1597 respectivamente, en 1598 nació el pueblo de Santa María de las Parras, obra y milagro de los padres de la Compañía, el cual se creó con el objeto principal, de conjuntar y dar cabida a la infinidad de individuos de clase nómada que deambulaban por la región. Poco a poco el conglomerado del valle en general fue creciendo y los hacendados en sus propiedades necesitaron de más mano de obra; en un principio y al menos, Urdiñola, trajo a sus minas del norte de Zacatecas, claro, que en calidad de esclavos, algunos individuos de raza negra por cuya fortaleza física, eran los idóneos para ese tipo de trabajos, pero como eran personas venidas de tierras muy calientes no resistían las inclemencias del frio de las montañas y fácilmente enfermaban de las vías respiratorias. Por ese motivo, se les buscó un trabajo más acorde a su condición de raza y fueron llevados como peones a los campos agrícolas del hacendado. De esa forma llegaron acá a Patos (General Cepeda) y a su hacienda de Parras, aquellos individuos que se apellidaban “Angolos”, en donde algunos de ellos fueron ocupados como peones en las cuestiones agrícolas y otros, junto con las mujeres trabajaron en la estancia del señor Gobernador, como sirvientes, cocineros y trabajadores con diversas actividades domésticas. A San Lorenzo, llegaron un poco después, pero llegaron en la misma calidad que los anteriores
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De los negros esclavos que moraban por estas tierras, y que había sido traídos directamente del África, algunos de ellos no eran gente inculta en toda la extensión de la palabra, tomando como premisa válida de que “los viajes ilustran”, claro que muchos de ellos habían estado en otros Continentes (África y Europa, en este caso) y que aún en su situación de esclavos, habían tratado con gente muy diversa que moraba en esas regiones, habían conocido otras ciudades más desarrolladas que estas de por acá que apenas iniciaban, conocían otro tipo de personas, sabían de otros dialectos o lenguas o al menos los habían escuchado, habían visto otros animales, terrestres y marinos; sabían del mar, de las embarcaciones, de carruajes, de otras vestimentas, utensilios de todo tipo, armas, alimentos, costumbres y también de enfermedades extrañas.
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Como ejemplo de ello retomo la confesión de Pedro Bentura, mismo que afirmó: “Respecto a su familia agregó… que sus padres y abuelos fueron todos de casta y generación de Angola de Guinea… Afirmó ser cristiano, bautizado en la ciudad de Sevilla en la iglesia de San Ildefonso… Supo haber sido confirmado allí mismo… dijo no haber salido de los reinos de Castilla si no era nada más para viajar con sus amos a la Nueva España, principalmente con el general Martín de Vallecilla, quien en uno de esos viajes murió en la Nueva Veracruz… Allí lo compró Benito Francisco, vecino de Cuencamé y cuando este murió paso a ser propiedad de Esteban García, su actual amo…” Sobre don Martín de Vallecilla, logramos investigar que fue un navegante español que realizó varios viajes a la Nueva España, entre los años de 1616 y 1636; el último fue el año probable de su muerte en Veracruz.
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Aquellos negros llegaron a tierras novohispanas, sin mujer ni familia, por lo que a falta de ellas era natural que buscasen mezclarse con individuos de raza indígena principalmente y con ello dieron paso a las diferentes castas y con el tiempo provocaron la disolución de la raza negra pura. Claro que los españoles no fueron ajenos a aquel cruce de razas, de donde surgieron los llamados mulatos y otras castas. Por lo general, decir negro era decir esclavo, sin embargo con el tiempo, algunos de aquellos o sus descendientes, lograron obtener la libertad de sus amos y al mencionar su nombre, en algún registro o constancia en su caso se agregaba, la palabra “libre”.
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En la región de Parras y la Laguna, a principios del siglo XVII las principales haciendas eran las conocidas como la de Arriba (del Rosario) y la de Abajo (San Lorenzo). Propiedades de los ya mencionados, Urdiñola y García. En dichos lugares se concentraron la mayoría de los negros esclavos utilizados para la realización de las faenas agrícolas y domesticas de sus amos. En el año de 1988, el maestro Héctor Barraza Arévalo, quien fue el más cercano colaborador del padre Agustín Churruca S.J., en su estancia en Parras, realizó un interesante ensayo sobre la población negra en el sur de Coahuila. La principal fuente que utilizó el investigador, según su apreciación, fue el libro más antiguo de registros de bautismos y matrimonios localizado en el acervo histórico de la iglesia de San Ignacio de Parras, hoy Archivo María y Matheo. Dicho documento parte de septiembre de 1605, hasta el año de 1648. Se inicia apenas siete años después de la fundación del pueblo de Parras. Una parte de ese documento, que abarca de 1627 a 1648, está separado de la sección más antigua, que realmente corre de 1605 a 1641. Sobre la fuente utilizada por el investigador, quisimos ahondar un poco más sobre el tema y concluimos en lo siguiente: el estado del libro en cuestión, de acuerdo a mi propia apreciación era muy deplorable para el año de 1990, cuando obtuve una fotocopia del mismo con el permiso y consentimiento del Padre Agustín Churruca; algunas de sus páginas ya casi habían desaparecido por lo que muchos de sus registros se muestran incompletos. Le faltaban las constancias o registros entre los años de 1609 a 1614 y de 1620 a 1626. Sin embargo a pesar de tales carencias, el citado documento apareció siendo interesantísimo en su contenido.
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En dichos registros aparecen los nombres de algunos individuos de raza negra que participaron como receptores, del bautismo o bien como padre o padrinos de éstos de 1605 a 1619, fueron realmente muy pocos los negros allí registrados y fue hasta finales de la década de los años treinta cuando aumentó el número de negros que acudieron a bautizarse o bien que actuaron como padrinos de los mismos. En el tiempo mencionado solo localizamos el nombre de cuatro infantes que se bautizaron y catorce individuos actuaron como padrinos de dicho Sacramento. En el año de 1605, el primer individuo de raza negra que aparece viviendo en las Parras, lo localizamos como padrino en la siguiente constancia: “Idem. (27 de noviembre de 1605) “Baptice” a Fro. (Francisco), hijo de Perico Tepeuan y de Julia su mujer. Padrinos: Delgado mulato y María Méndez.” Ahora bien los registros de los infantes de esa raza o “clase” bautizados en esos primeros años de la Misión de Parras, son los siguientes: “A ultimo de noviembre de 1609, se bautizó a Andrés moreno, esclavo de Lorenzo García (San Lorenzo)”…. “…mismo día (2 de marzo de 1615), se bautizó a Clara, hija de Juan mulato y de… su mujer, fue su madrina… mujer de…”. Sin fecha. Se bautizó a Diego, hijo de… moreno. .- 26 de marzo de 1615, se bautizó a María Julia borrada. .-3 de febrero de 1616. Se bautizó a Agustín infante… de los borrados de… dicha estancia. La hoja en donde se asentaron las anteriores constancia se encuentran sumamente deterioradas y parte de ellas no existen. En los registros respectivos a los individuos de raza negra se les denominaba como, morenos, mulatos, borrados y negros.
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En 1617, localizamos el primer individuo con el apellido Angola, de acuerdo a la siguiente constancia: “En 21 de diciembre del mismo año, bautice a Andrea, infanta, hija de Gaspar Meguira y de Pascuala Miopacoa su mujer. Fueron sus padrinos Juan Angola y Andrea su mujer. Morenos. Pedro de la Serna.” Después vinieron otros: “24 de septiembre de 1618. Se bautizó a María, infanta. Padrinos: Diego de Osorio y María Andrea, morena. “Año de 1619. En 1 de abril de este año Bautice a Pasquala, infanta, hija de Francisco Porras Quiroz y de Franca. (Francisca) Yamomama. Fueron sus padrinos José Angola y Andrea su mujer…. Pedro de la Serna.” “En 28 del mismo Bautice a María, infanta, hija de Antón Yamomama y de Juana Ytabay, su mujer. Fueron padrinos Juan Angola y… del señor general. Pedro de la Serna.” La denominación de “Angola”, con el tiempo cayó en desuso y a los individuos solo se les hacía llamar negros, mulatos, morenos, etc., para indicar su condición racial.
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El maestro Barraza en su ensayo, elaboró varios cuadros estadísticos bastante interesantes, basados en los registros mencionados y entre otros datos nos menciona las siguientes cifras: Individuos bautizados en el lapso de 1605 a 1648: 38 (42); padres: 31; padrinos 81; total de individuos: 150 (154). Sin embargo en dicho cuadro no se tomó en cuenta a las personas fallecidas de loa misma condición racial. Que según nuestras apreciaciones fueron un total de 47 individuos de diferentes edades, principalmente infantes. Ese primer ensayo del maestro Barraza, se amplió en el libro del Sur de Coahuila en el Siglo XVII (ENORME. Octubre de 1994), en el que en su Capítulo VI, hace referencia a la “Negritud y Esclavitud en el Sur de Coahuila”. Allí se afirma y se concluye que los principales centros en donde se concentraban los individuos de raza negra en la región de Parras y La Laguna, fueron en la hacienda de Abajo (San Lorenzo), con sus diversos dueños y en la hacienda de Arriba (del Rosario) bajo la posesión de Urdiñola y sus descendientes. Sin embargo eso no quiere decir que hayan sido los únicos propietarios de esclavos, existieron muchos más esclavistas pero apenas si tenían uno, dos o tres esclavos a su servicio. Aun los religiosos eclesiásticos en forma personal y la Casa Residencia de los Jesuitas en Parras como comunidad, eran propietarios de algunos de ellos, de acuerdo a los datos obtenidos de los registros parroquiales a los que hemos hecho mención y los de los años subsecuentes del siglo XVII.
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Como ya lo afirmamos en renglones anteriores, tenemos conocimiento de que conforme avanzaban los años del siglo XVII, los negros en su raza pura se fue diluyendo cada vez más, el apellido “Angola”, se perdió, y la mezcla de razas se fue haciendo más notoria sin ser dicho fenómeno exclusivo de la Región de Parras y la Laguna, sino que se dio en todo lo amplio del territorio novohispano. Así aparecieron, en lo que respecta a la raza negra: los mulatos, lobos, coyotes, moriscos, albinos, cambujos y otras castas que en ciertos casos resultaba difícil descifrar, la ascendencia de las personas que allí intervenían, y así se dieron los llamados “no te entiendo”, “tente en el aire”, “ahí te estas” y “”torna atrás”, en las que de cierta forma se negaba la identidad del individuo. Sin embargo lo más notorio en este proceso poblacional fue que en la mayoría de los casos los individuos descendientes de negro fueron adquiriendo los apellidos de sus dueño o amo y en otros tal vez solo lo hacía solo por deseos propios.
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A partir de la década de los años treinta del siglo XVII, en la región que nos ocupa, comenzaron a aparecer individuos de ascendencia negra, con ese tipo de apellidos. Así surgieron personas de esa raza llevando los apellidos: Rodríguez, Moreno, Robledo, De la Cruz, Barraza, Cárdenas, Alvarado, Aguilar, Amaya, Quiroz, Medina, García, Terrones, Pérez, Núñez, Carbajal, Hernández, etc., de acuerdo a datos obtenidos en los registros parroquiales de Parras, en los cuales se les mencionaba después de su nombre el apelativo de “mulatos”, principalmente. Seguimos parte II…
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