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Jesús A. Arreola Pérez. Parras. In Memoriam.
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Jesús A. Arreola Pérez. Parras. In Memoriam.
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Por esta vez no voy a escribir sobre hechos o personajes históricos. En esta ocasión voy a dedicar el espacio a la memoria de un gran personaje de nuestro tiempo, un gran coahuilense y sobre todo un gran mexicano dedicado al fomento de la cultura en general, al señor profesor Jesús Alfonso Arreola Pérez.
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Corría la segunda mitad del año de 1959, cuando terminé mi educación primaria en el Instituto Parras, de la ciudad del mismo nombre, para ingresar en seguida a la escuela secundaria federal Presidente Madero, en donde convergíamos todos los que habíamos terminado la instrucción primaria en el municipio, por ser la única institución educativa en su tipo. La planta de maestros de dicho centro escolar estaba integrada por gente muy capaz y muy conocedora de su oficio, interesada en la enseñanza de la juventud parrense. Allí fue donde conocí al profesor Arreola, quien era parte de un grupo de maestros venidos “del Saltillo” (como diría cualquier cronista del siglo XVIII), todos ellos muy dedicados, quienes dominaban a la perfección las materias que impartían, estrictos y exigentes, para con sus alumnos, esperando solamente sus aprendizaje y preparación académica. A ese grupo distinguido de maestros, lo recuerdo a la perfección, y lo conformaban el propio profesor Arreola (tal vez el más joven de todos), Rodolfo Martínez Terrazas, Hipólito González Rojas, Juan Francisco Brondo, Jesús Ma. y Hermenegildo Valdez, que en conjunto con los locales: profesora Josefina y Justina Calderón, Isidro Morales, Eduardo Viera, Antonio Esparza, Doroteo Laredo, el profesor Molina, Ma. Elena M. de Líos, ingeniero Gustavo Aguirre Benavides, Odilón García Sifuentes, Enrique Poblador (llegado de México), Gabriel Robledo Luna, el profesor Martínez, y Oralia Gaona, todos ellos bajo la dirección del profesor Jesús Salas Flores, formaban un grupo de excelentes maestros, dedicados en cuerpo y alma a la docencia. El profesor Arreola tenía a su cargo, entre otras la cátedra de “español” en segundo grado y en su momento fui su alumno.
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Era el profesor un joven de 23-24 años aproximadamente, alto, delgado, no flaco, de buena presencia muy correcto en su vestir, de un trato amable, tenía un auto descapotado, no nuevo pero si de la época. Con su estatura era un jugador destacado de básquetbol; aparte de ser su alumno, mi afición por dicho deporte hizo que me identificara más con su persona, ya que era el encargado de organizar los torneos internos de básquet en la secundaria. En ese tiempo el profesor dirigía un equipo femenil de básquet que participaba en los torneos municipales y cuyas integrantes en su mayoría no eran estudiantes de la secundaria; el equipo tenía el nombre de “Estrellas Rojas” y estaba integrado en lo que recuerdo por Alicia, Alida y Ma. Elena Madero, Oralia Hernández, Gloria Pámanes y Martha Contreras, entre otras. En esa época mi padre don Juan Contreras Cárdenas era el presidente de la Liga Municipal de Básquetbol de Parras, y en una ocasión las autoridades deportivas de la Colonia Metalúrgica de Torreón hicieron una invitación a la citada liga de Parras para que un equipo de dicha población visitara la colonia la noche del día 15 de septiembre de 1961, para realizar un encuentro con el equipo representativo de la “Meta”, como parte de los festejos patrios que dicha colonia llevaría a cabo ese día. Las fiestas de la Colonia, eran muy apartes de las que realizaba el Ayuntamiento de Torreón para la población en general. La invitación fue aceptada y algunos destacados jugadores de Parras hicieron ese día 15, el viaje a Torreón para cumplir con el compromiso; el profesor Arreola por su alta calidad de juego fue invitado por mi padre para que reforzara a dicho equipo. Recuerdo que al terminar las clases matutinas en la secundaria, a media tarde de la fecha mencionada acompañé a mi padre en su viaje a Torreón en el auto de la familia con el fin propuesto, y el profesor Arreola nos acompañó. Por la noche se llevó a cabo el cotejo en una cancha de una escuela de la Metalúrgica y para ser sincero no recuerdo quien ganó y allí tomó parte el profesor Arreola como refuerzo importante del equipo de Parras. El retorno de mi familia a Parras se hizo esa misma noche al terminar el partido, sin embargo el profesor regresó a Parras con el resto de los jugadores participantes. He de decir que mi padre tenía especial afecto para con el profesor Arreola, que a pesar de su juventud era una persona mesurada, culta y muy respetuosa.
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Al terminar la secundaria, me fui a Torreón a seguir mis estudios de preparatoria, y tengo entendido que por ese tiempo el profesor Arreola regresó a su natal Saltillo para seguir desarrollando su actividad en el ramo de la enseñanza, y continuar sus estudios a nivel superior. Esto fue entre los años de 1962-63, si mal no recuerdo. Fue en el mes de octubre de 1998, año en el que Parras estaba cumpliendo 400 años de su fundación y para tal efecto se organizaron algunas conferencias auspiciadas por el Colegio Coahuilense de Investigaciones Históricas de que dirigía el profesor Arreola, y recibí la invitación de su parte para participar en una de ellas. En la fecha me correspondió compartir la mesa con el licenciado Javier Villarreal Lozano y con el T.A. Héctor Barraza Arévalo. La charla tuvo lugar en la Casa de la Cultura de Parras, antiguo edificio de la escuela Benito Juárez. Allí volví en encontrarme con el profesor, después de más de 30 años de no verlo. Su aspecto seguía siendo el mismo, con un poco más de años, que no habían logrado hacer gran mella en su físico, con un trato sencillo, fino y educado, muy correcto en su vestir, y su don de la palabra se había perfeccionado; su hablar era ameno, concreto y conciso. En esa velada fungieron como anfitrionas las distinguidas damas del Taller de Historia de Parras, dirigido por el maestro Arreola y con su presidenta la inolvidable maestra Angélica Barrera O.
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Posterior a este acontecimiento la comunicación con el “profe” Arreola se hizo mas frecuente y fue en el mes de abril de 1999, cuando lo invite para que participara en la presentación de mi libro “Mas de cien documentos del Archivo María y Matheo de Parras”. Invitación que aceptó. La presentación tuvo lugar en el local anexo del Teatro Martínez de Torreón, la noche del día 30 de abril, también nos acompañó como presentadora la muy respetable señora doña Lucrecia Solano de Montemayor, en ese tiempo primera dama del estado, quién asistió gracias a la invitación que le hizo la señora Margarita Garza, en ese entonces directora del Teatro Martínez. Con la asistencia de dichas personalidades la presentación creo fue un éxito, no por el autor, sino por los presentadores. Creo que en dicha velada cultural, conoció el profesor Arreola a la muy distinguida poetisa lagunera doña Rosina G. de De Alvarado, quien en ese tiempo fungía como directora de la Casa de Cultura de Gómez Palacio, ambos personajes se pondrían de acuerdo para organizar en lo futuro algún evento en el citado centro cultural de Gómez, en la que interviniera el profesor Arreola. No pasó mucho tiempo y se le invitó para que el 11 de noviembre de ese año de 1999, acudiera con un grupo de damas de los talleres de Historia de Ramos Arizpe, Saltillo y Parras, a realizar una visita de cortesía a la vecina ciudad de Gómez Palacio y en especial al centro cultural que dirigía doña Rosina. La visita se realizó en la fecha prevista y se aprovechó para que por la noche se presentara en la Casa de Cultura, mi libro “Mas de Cien Breves documentos…”. Cabe decir que en esa ocasión también intervinieron en la presentación el maestro Esbardo Carreño Díaz y el licenciado Francisco González Fernández, de la ciudad de Durango.
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Por esa época y aprovechando la comunicación con el profesor Arreola y él como presidente del Colegio Coahuilense de Investigaciones Históricas, le comenté en alguna ocasión del por que no se incluían en el mismo a personas de otras regiones del estado, ya que la mayoría de sus integrantes eran personas que residían en Saltillo. Al parecer aquel simple comentario tuvo eco en el pensamiento del maestro Arreola y en el año de 2001, en el Colegio se tomo la determinación de incluir como miembros de dicho organismo a personas aptas y capaces, residentes en otras partes de Coahuila, para pertenecer al mismo. En lo personal recibí la invitación para pertenecer a dicha asociación por la ciudad de Parras y entre otras personas del estado, entre otros nombramientos en Torreón se nombró al ameritado y distinguido señor licenciado don Homero del Bosque Villarreal. Fue así como recibí ese honroso nombramiento y que en mucho tuvo que ver la decisión del profesor Arreola.
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Todavía hubo una invitación más de mi parte para el profesor Arreola, y esa fue para la presentación del libro “Leonardo Zuloaga. Fundador de Torreón”.Dicho acto se llevo a cabo el jueves 14 de agosto de 2003, en el auditorio del Museo Regional de La Laguna de Torreón. A dicho acto asistió el entonces presidente municipal licenciado Guillermo Anaya, quien compartió el presidium, con el profesor Arreola, don José León Robles de la Torre, don Alberto González Domene y un servidor. Como siempre fue la intervención del profesor Arreola, lo más destacado de la velada, su don del buen hablar y del buen decir cautivó a propios y extraños que con atención escuchaban cada palabra y cada frase expresada por el maestro. Al término del evento y en mi presencia cruzó algunas amables palabras con el licenciado Anaya y que a pesar de sus diferencias políticas el profesor, mostró una vez más su calidad moral, su madurez política y sobre todo el don de gente que siempre los caracterizó. Para él en este tipo de eventos no había partidos políticos, no había enemigos a vencer, había historia y había cultura.
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La última vez que hablé con el por teléfono fue a principios del año 2009, para consultarle sobre la formación de una asociación semejante a la del Colegio Coahuilense que el presidía, pero a nivel local y sobre una posible vista de su persona a esta ciudad de Torreón. El como siempre mostró buena disposición con el proyecto y estaba puesto para ir a Torreón para hablar sobre el mismo en la fecha que se le indicase, a pesar de lo apretado de su agenda. En lo personal deseo demostrar mi agradecimiento pleno al profesor Arreola, por su amistad, por sus enseñanzas, por su apoyo en mis trabajos de investigación por su invitación al Colegio. Jamás encontré en él excusa alguna para no aceptar mis invitaciones, siempre estaba presto, era un hombre incansable por aquello que le gustaba hacer, la difusión de la historia y la cultura en general.
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Por este medio deseo hacer patente mis condolencias a su esposa Roxana, a sus hijos, a sus inseparables compañeros: licenciado Roberto Orozco Melo y profesor Arturo Berruelo González a las señoras de los diversos talleres de historia en el estado que él dirigía y a nosotros mismos como miembros del Colegio Coahuilense de Investigaciones Históricas. Otoño de 2010.
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