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Parras 400 Noticias de su Fundacion y Otras Cuestiones Históricas
Mas de Cien Breves Documentos del Archivo María y Mateo de Parras.
Leonardo Zuloaga Fundador de Torreón
Notas para su Historia. Parras y la Laguna
Antecedentes históricos a la Fundación del Torreón
Matamoros de la Laguna. Notas sobre su Origen y Fundación
MONOGRAFIA DE PARRAS.
Primer Centenario de la Parroquia de Guadalupe de Torreon.Breve Reseña Historica.
PARRAS. BREVE GUIA HISTORICA TURISTICA.
 
Parras 400 Noticias de su Fundacion y Otras Cuestiones Históricas

Santa María de las Parras, fue la última de las tres poblaciones del noroeste novohispano, fundadas en el siglo XVI; Saltillo (1577), Monterrey (1596) y Parras (1598) poseen historias cuatricentenarias que configuran el siempre azaroso empuje de la civilización occidental por el inasible y áspero septentrión mexicano.               

Las noticias del descubrimiento de las ricas minas de plata de Zacatecas, bordadas sobre el entramado fantasioso de las místicas Siete Ciudades de Cíbola y Quivira que excitaban la imaginación popular. Abrieron las puertas del noreste a la ambición de los europeos ya asentados en las ciudades de Mesoamérica. “Donde hay plata entra el evangelio” concluiría el padre fundador de Parras, Agustín de Espinoza, con un bien fundamentado pesimismo acerca de la condición humana. Y aunque estas tierras se mostraron avaras en metales preciosos, pudieron mas los sueños de riqueza en los primeros exploradores que les hicieron inventar brechas por tierras inhóspitas y desafiar el continuo peligro representado por los indios nómadas.



Parras nace en el marco novelesco que rodeó al siglo XVI. Todavía estaban frescas las hazañas de los grandes conquistadores y aún se hacía oír, hasta el otro lado del océano, el tintinar de la plata del Nuevo Mundo con lo que embrujaban lo mismo al más desharrapado de los aventureros que a un genio de la literatura como Miguel de Cervantes Saavedra.



En el siglo XVI, el Nuevo Mundo conservaba intacta toda su novedad. Cuatrocientos años después Parras de la Fuente, el tutelar Santa María, quedaría sepultado en 1867 bajo el entusiasmo de los victoriosos republicanos vive otro de sus capítulos cruciales; ya no el de la asombrosa presencia de hombres vestidos, ni el de los infatigables peregrinos de misionero de hábitos opacos y pesados; quedó atrás el momento en que estas se produjo la primera barrica de vino con uva cimarrona, acontecimiento sencillo que, sin embargo, le dio nombre a la poblazón y marcó su destino productivo.

Gildardo Contreras Palacios, uno de los mas acuciosos y prolíficos investigadores del sureste de Coahuila y de la Región Lagunera, hace de la efemérides parrense de 1998, ocasión propicia para refrendar lealtades a sus dos pasiones fundamentales: Parras y la historia. Este libro es una afortunada conjunción de ambas, rescate desprejuiciado de la memoria colectiva que hilvanó con la fibra del cariño a la ciudad que lo viera nacer.

La Cuatricentenaria Parras al igual que todo el norte de México, fue parte de una lejana y pocas veces atendida periferia de la Nueva España. Quienes la habitaron hubieron de buscar sus propias respuestas al desafío de la geografía y al imperativo de la supervivencia y hallaron en algo muy parecido a la anarquía el modelo de convivencia adecuada a su aislamiento y a las veces excesivamente tenues hilos que unían a un borroso poder central.

Contreras Palacios, emprendió su obra con el claro propósito de recoger en un volumen, los instantes claves en la vida de Parras. La selección de los temas posee un test motiv: definir el carácter de la ciudad y de quienes la han habitado y, al mismo tiempo, la han construido a lo largo de cuatro siglos. El espacio temporal de este libro cubro desde su controvertido nacimiento hasta la toma de la ciudad por las tropas revolucionarias de Adame Macías, que le costó a Parras la antiquísima torre de la iglesia del Colegio de San Ignacio y el rico archivo municipal, cuyos valiosos papeles ardieron en beneficio de la comodidad de un puñado de friolentos y desaforados maderistas que celebraban la renuncia de Porfirio Díaz.

Construcción y destrucción, polos antitéticos pero indispensables a la constante trasformación de la sociedad. Es tarea de historiadores como Gildardo Contreras Palacios evitar que en ese proceso dialéctico de erección y derrumbe, se pierda la memoria al quedar sepultada bajo los escombros.

Permítaseme finalmente una acotación personal. Cuando tomé en mis manos el original de Parras 400. Notricias de su Fundación y Otras Cuestiones Históricas, me invadió una extraña sensación de confianza en el futuro de la ciudad donde nací, la misma que experimenté hace 50 años con motivo del 350 aniversario de la Fundación de Parras. Mi admirado amigo Juan Contreras Cárdenas, escribió entonces una Monografía de Parras, también con afanes conmemorativos. Medio siglo después, Gildardo, completa por decirlo así, la obra de su señor padre, y al hacerlo mantiene la bella tradición de las familias parrenses, los Viesca y los Madero, entre los más conspicuos que supieron heredar de generación en generación, la inquietud por las cosas del espíritu y apego a los libros.


                                                                                                                         ROBERTO OROZCO MELO