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Agustín Fischer. Su paso por la Region de Parras y La Laguna.
Parras. Histórico Panteón de San Antonio de Parras. Breves Noticias de su creacion.
Parras. Secundaria Federal Pte. Madero de Parras. Aquella Generacion del 62.
Parras. Los Jesuitas de Parras I. Noticias de su estadia en su Residencia de Parras.
Parras. Los Jesuitas de Parras 2. Noticias de su estadia en su Residencia de Parras.
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Agustín Celedonio Churruca Peláez, S.J. Notas de su vida y su obra.
Parras. Se juro la Independencia de México en Parras, Coahuila. Julio de 1821.
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Parras. La Iglesia Parroquial de Parras. Noticias de su Remodelación. 1681 1682.
Parras. La Iglesia Parroquial. Su restauracion en 1797. Noticias de Campana Mayor y su Atrio.
Parras. La Batalla de Parras del 12 de febrero de 1866.
Parras. La Toma de Parras por los maderistas. 16 de abril de 1911.
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Miguel Hidalgo. Ruta seguida despues de su prendimiento. De Bajan a Chihuahua.
Jesús A. Arreola Pérez. Parras. In Memoriam.
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Parras. Parte 1. Los negros de Angola y otras naciones en la conformación de Parras y la Laguna.
Parras. Parte 2. Los negros de Angola y otras naciones en la conformación de Parras y la Laguna.
Francisco I. Madero y su participación en el Movimiento Armado de 1910.
Torreon. Notas Breves de su Fundacion. Parte I.
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Samuel E. Chamberlain, en Parras. 1846.
Torreon. Notas Breves de su Fundacion. Parte 2.
Viesca, Coahuila. Noticias de de Fundacion.
Parras. PANTEON DE SAN ANTONIO. ACTAS DE ENTIERROS.2.
Francisco I. Madero. Los registros de su nacimiento.
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J.MARIANO ABASOLO. Su controvertida intervencion en la Guerra de Independencia.
JUAN E IGNACIO ALDAMA. Su intervencion en la Guerra de Independencia.
RELATOS E HISTORIAS DE LA REGION DE PARRAS Y LA LAGUNA.I.
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LA MISION DE SAN PEDRO DE LA LAGUNA. PARTE 1.
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MUERTE Y ENTIERRO DEL SEGUNDO MARQUES DE SAN MIGUEL DE AGUAYO. PEQUEÑA CRONIQUILLA. PARTE I.
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VIESCA, COAH. NOTICIAS Y ANTECEDENTES DE SU ORIGEN Y FUNDACION.
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TORREON. ASONADA EN EL CAMPO MILITAR. 3 DE OCTUBRE DE 1927.
MIGUEL HIDALGO. El proceso seguido en su contra por del Santo Oficio de la Inquisición.
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PARRAS. LA CASA DE LOS ESTADOS UNIDOS.
Parras. PANTEON DE SAN ANTONIO. ACTAS DE ENTIERROS.1.
PARRAS. UN BREVE RECORRIDO POR SUS SITIOS DE INTERES. .
PARRAS. PANTEON DE SAN ANTONIO. CENSO DE TUMBAS ABRIL 1989
PARRAS FOTOS Y RECUERDOS.
 
Parras. Los Jesuitas de Parras 2. Noticias de su estadia en su Residencia de Parras.

AUTOR: GILDARDO CONTRERAS PALACIOS.
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Parte VI.- Sucesos del Siglo XVIII y el extrañamiento de los jesuitas.

Después de aquellas agrias disputas entre jesuitas y diocesanos por el control y posesión de los bienes de los primeros, la situación no pasó a mayores, en realidad lo único que cambió fue la administración de las misiones que los jesuitas habían creado en la región de Parras y La Laguna. Los jesuitas del Colegio de Parras, siguieron conservando su iglesia, su residencia, las propiedades y bienes que en dicho sitio poseían. Lo más lamentable, fue el abandono de la misión de San Pedro y los puestos dependientes de ella enclavados en la Laguna, ante el acoso de los tobosos, cabezas y salineros, que habían acentuado sus agresiones, desde la partida de los jesuitas de dicha misión.
  
Los jesuitas realizaban sus oficios religiosos en su iglesia del Colegio con toda normalidad y asistían a la impartición de algún sacramento cuando algún interesados los solicitaba. Ellos realizaban los siguientes oficios durante el año: enero: fiesta de la Circuncisión. Febrero: misa por los Santos Mártires. Marzo: 40 horas con misas cantadas, novena de Señor San José. Marzo o abril: novena de los Dolores,  la “Dominica in Passione” y sermón del Ecce Homo, jueves, viernes y sábado Santos. Mayo o junio: fiesta de la Madre Santísima de la Luz. Junio: de la Santísima Trinidad, San Juan Francisco de Regis, viernes después de la octava de Corpus, Sagrado Corazón de Jesús. Julio: fiesta de la Visitación de Nuestra Señora, San Luis Gonzaga,  fiesta de San Ignacio. Octubre: San Francisco de Borja. Noviembre: misas de difuntos, aniversario de los jesuitas finados, novenario por las ánimas, San Estanislao, novenario de San Francisco Xavier. Diciembre: vísperas y misa de San Francisco Xavier, la Inmaculada Concepción, siete misas por San José. Y todo el año, los primeros viernes de cada mes. (AMMP. EXP. 375)


Desde le misma fundación de Parras, los jesuitas fueron dotados de algunas tierras para la instalación de su casa e iglesia, sin embargo poco a poco se fueron haciendo de otros terrenos por medio de compras y donaciones que los mismos naturales del pueblo les hacían. Dichas tierras las dedicaron al cultivo de hortalizas, de árboles frutales y de gramíneas principalmente y se situaron sobre todo en las colindancias de aquellas que recibieron en la repartición original, hacia la banda que colindaba al sur de la casa residencia y hasta los cerros más cercanos (“Secación, Jesús María, y San Gabriel”), entre las que se encontraban las tierras de Texcalco. En la región de la Laguna los jesuitas se hicieron de las tierras de los Hornos hacia la década de los años 1640-1650. Ya en el siglo XVIII, en mayo de 1731 los jesuitas del Colegio de Parras, adquirieron por remate, ocho sitios de ganado mayor, colindantes con los Hornos y todavía en 1741, dichos padres adquirieron 137 sitios y medio de ganado mayor, hacia el suroeste de Hornos, hasta la sierra de Simón, en donde se comprendía el mineral de Jimulco. (Alessio… Coahuila…)
  
Sin embargo los logros espirituales, culturales, económicos que los jesuitas tenían en las muy diversas regiones en donde ejercían su ministerio, no fue bien visto por el gobierno del monarca español Carlos III, quien de alguna manera se dejó influenciar por sus principales colaboradores, gente “ilustrada” pero enemigos acérrimos de la Compañía, y que veían en los jesuitas un grave peligro que pudiese afectar al gobierno español social y económicamente hablando. Entre los ministros que influyeron en el monarca español, se encontraron Ricardo Wall y sus sucesores Grimaldi y Esquilache, Pedro Rodríguez Campomanes, Pedro Pablo de Abarca y Bolea, Conde de Aranda y José Moñino, Conde de Floridablanca. Entre los argumentos a favor de la expulsión se manejaron algunos que eran en realidad un tanto ridículos; uno de ellos se dio el domingo de Ramos de 1766, cuando en Madrid, España estalló el llamado motín de Esquilache, también llamado “de las capas y los sombreros”, debido a un decreto real en el que se prohibía el uso de capas largas y sombreros con alas bajas, con ello se hizo creer al Monarca, que este motín había sido promovido por los jesuitas. En otro y mas aventurado para lograr convencer a Carlos III, los consejeros utilizaron la argucia de haber interceptado una carta, en la que el general de los jesuitas P. Lorenzo Ricci, afirmaba que Carlos III, no era hijo de Felipe V, sino de Isabel de Farnesio (su madre y segunda esposa de Felipe) y del cardenal Alberoni; esto último aceleró la voluntad del rey para proceder a expedir el decreto de Expulsión, lo cual se realizó el 27 de febrero de 1767, y de su ejecución se encargó el conde de Aranda. Con ello se estaban siguiendo el ejemplo de Portugal (1759) y Francia (1764) que ya habían tomado esa medida. El 1 de abril siguiente las residencias de los jesuitas en España, amanecieron rodeadas por gente armada y al día siguiente se publico la correspondiente orden.  (Trueba… La Expulsión…). 


Aquel decreto se hizo saber a todos los territorios españoles y se recibió en la  capital de la Nueva España el 30 de mayo siguiente y el virrey Marqués de Croix procedió a hacerle cumplir en todo el territorio bajo su jurisdicción. Lo cual se trató hacerlo realidad la noche del 24 y la madrugada del día 25 de junio de 1767, en plena víspera de la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús, por medio de comisionados previamente señalados para ello. Dicha medida llevó un tiempo más, para las regiones de Sonora y Baja California, por lo alejado de dichas regiones. (Trueba… La Expulsión…).

La ejecución de aquella tremenda medida no fue en todos los lugares de residencia de los jesuitas, un proceso tranquilo, sino que en algunos de ellos hubo alzamientos por parte del pueblo en defensa de los padres de la Compañía, San Luis de la Paz, Gto., Guanajuato, San Luis Potosí y Pátzcuaro, fueron centros de rebelión. Sin embargo aquello fue aplacado por los ejércitos reales, bajo las ordenes del durísimo visitador José de Gálvez, quien ordenó ejecutar a todos los responsables de dichos disturbios. En San Luis de la Paz hubo 4 de ellos, en Guanajuato 9, en San Luis Potosí 30 y en Pátzcuaro 13. El total de ejecutados en la Nueva España, por oponerse a  la expulsión de los jesuitas, en una campaña que duró cerca de cuatro meses, se ahorcaron 85 personas, se azotaron a 75, se llevaron a presidio 664 y 110 fueron desterrados. En dichas rebeliones se escucharon aquellas proféticas palabras que estarían vigentes 43 años después, de ¡Viva el Rey y muera el mal gobierno! ¡Mueran los gachupines! (Trueba… La Expulsión…). Aquellos levantamientos no fueron de más grandes proporciones porque los sacerdotes jesuitas nunca pusieron resistencia para cumplir la orden Real.
  
En Parras la orden no tuvo efecto sino hasta el día 2 de julio porque se confundió con los papeles de Parral, Chih. Los sacerdotes expulsados de Parras, fueron el P. Javier González, superior y prefecto de salud; P. Juan Isidro Abee, confesor; P. Javier Lozano, prefecto de Dolores y confesor; y el P. José Urtassum, operario originario de Parras. (Contreras… Monografía…). De esta villa,  los sacerdotes fueron llevados a Zacatecas, vía Durango para de allí enviarlos a la capital del Virreinato, para conducirlos después a Veracruz y embarcarlos rumbo a los estados Pontificios.


Fue hasta agosto 20 de 1767, cuando “don Pedro Tamarón por la Gracia de Dios, y de la Santa Sede Apostólica, Obispo de Durango del Consejo de su Majestad”, envió a los curatos dependientes de su diócesis, una copia de la Cédula que contenía la Expulsión de los jesuitas, expedido por el Rey Carlos III, en El Pardo el 5 de abril de 1767. Dijo el Rey: “Habiéndome conformado con el parecer de los de mi Consejo Real en el extraordinario que celebra con los motivos de los resultados de las ocurrencias… he venido en mandara extrañar de todos mis dominios de España, Indias, Islas Filipinas y demás adyacentes, a los regulares de la Compañía, así sacerdotes, como coadjutores o legos, que hayan hecho la primera profesión y a los novicios que quieren seguirles…”(AMMP… Exp. 374.).

Una vez que los jesuitas fueron expulsados de los territorios pertenecientes a la Corona Española, en el año de 1767, los bienes que les fueron confiscados pasaron a ser  administrados por la llamada Junta de Temporalidades, organismo creado por Real Cedula el 2 de mayo de 1767. En la Nueva España el virrey De Croix, expidió un reglamento para regular dicha junta el 15 de febrero de 1868; resulta claro opinar que los bienes de los jesuitas después de su expulsión, más que administrados por Temporalidades fueron malbaratados por los comisionados en turno. En Parras, existió una Comisión de la Junta de Temporalidades, la cual tuvo entre sus primeros titulares a don Andrés de Leyba y Ocón y al licenciado Antonio Basilio de los Monteros.

La expulsión de los jesuitas causó en la Nueva España una fuerte crisis, no solo por la influencia moral y espiritual de que gozaban entre la gente de por acá, sino que en el plano económico produjeron algún movimiento en lo relativo al valor de los bienes raíces y en la educación y cultura hubo un grandísimo retroceso. La Nueva España se había quedado sin maestros y educadores, así de sencillo. Se retrotrajo a la barbarie en algunas regiones del septentrión. (Trueba… La Expulsión).
   
Entre los bienes que tenían los jesuitas en la fecha de su expulsión estaban las tres viñas que tenía la casa, la bodega para fabricar y almacenar los vinos, sus oficinas y aperos de ella, las casas situadas en la calle Real de Parras, la propia casa residencia y todo el mobiliario que allí se encontraba, las tierras de labor y agostadero que eran muy espaciosas y se localizaban principalmente en la hacienda de Santa Anna de los Hornos en la región de la Laguna y las joyas y alhajas de la iglesia de San Ignacio. Bienes que fueron valuados todos en cuarenta y ocho mil setecientos tres pesos, tres reales, siete octavos. (ARGENA. Real Junta).

La expulsión de los jesuitas de la Nueva España, viene a ser un antecedente claro del movimiento de la Independencia, la cual, de haber seguido los jesuitas en estas tierras se hubiese adelantado para el último tercio del siglo XVIII. (Trueba… La Expulsión). 

Parte VII.- Extinción y restablecimiento de la Compañía de Jesús. El retorno a su residencia de Parras.

Después de la expulsión de los jesuitas de los territorios españoles hacia los Estados Pontificios en 1767, su grave situación no paró allí, sino que los borbones siguieron insistiendo ante el Papa Clemente XIV, para que procediera a la supresión de la Compañía, alegando la peligrosidad de la intelectualidad de sus miembros, el auge económico que habían alcanzado y el influjo político que representaban. Curiosamente, se trataba de una orden religiosa que como ninguna otra, contemplaba entre sus votos la obediencia al Papa.  Después de mucha insistencia el Papa declaró extinguida la Compañía de Jesús, mediante bula expedida el 21 de julio de 1773, cuya redacción se atribuye al entonces embajador de España en Roma, José Moñino y Redondo, quien con dicho acto se ganó el título de Conde de Floridablanca. Aquellos señores nunca se imaginaron que 240 años después un jesuita ocuparía la silla Papal.  
A los sacerdotes de la Compañía se lea aconsejaba que se adhirieran al Clero Secular y los escolares y hermanos coadjutores quedarían libres de votos. La mayoría de los miembros desertaron y algunos que quisieron seguir con la organización se refugiaron en Rusia en donde la Zarina Catalina la Grande les dio cabida para apoyar el aspecto intelectual de sus gobernados.

En marzo de 1789, la Corte de Madrid, expidió un decreto en el que decía: “…pueden volver a España libremente a casa de sus parientes, los que los tengan, o conventos con tal de que no sean en la Corte ni sitios Reales…”. Con dicha medida siete jesuitas desterrados de la Nueva España, regresaron en forma aislada a su tierra, sin embargo solo cinco de ellos llegaron a su Patria, en donde fueron vigilados estrechamente por las autoridades española. (Gutiérrez… Jesuitas…).


En el año de 1810, en tierras  novohispanas se dio el movimiento libertario encabezado por el sacerdote Miguel Hidalgo, quien a su muerte fue substituido por el también religioso, José Ma. Morelos y Pavón, como generalísimo de la insurgencia y que en 1813, expresó a don Carlos María Bustamante miembro del Congreso de Chilpancingo lo siguiente: “Yo amo de corazón a los jesuitas y aunque no estudié con ellos, entiendo que es de necesidad el reponerlos.” Con ello, el citado Congreso expidió un decreto el 13 de diciembre de 1813 que entre otras cosas decía: “… Se declara el restablecimiento de la Compañía de Jesús para proporcionar a la juventud americana la enseñanza cristiana de que carece en su mayor parte y proveer de misioneros celosos a las Californias y demás provincias de la frontera…” (Gutiérrez… Jesuitas…). Aquel decreto claro que no tuvo efecto por estado de guerra que se vivía en el país y el dominio español aún no estaba liquidado.

La España peninsular, en ese tiempo vivía una convulsionada época con la ocupación de sus territorios por parte de Napoleón, y no fue sino hasta la caída de este personaje, cuando el Papa Pio VII, quien vivió en el exilio muchos años de su mandato por ordenes de Napoleón, a su regreso a Roma expidió la bula de restablecimiento de la Compañía de Jesús, un 7 de agosto de 1814. El permiso Real para su restauración en los territorios españoles la dio Fernando VII, el 10 de septiembre de 1815 y la Real Cédula llegó a la capital de la Nueva España, el 7 de febrero de 1816. (Gutiérrez… Jesuitas…).

Ante tal medida los comisionados de Temporalidades en general, se resistían a entregar los bienes no enajenados y que habían pertenecido antes a la Compañía. En Durango el señor obispo Juan Francisco Castañiza realizó un gran esfuerzo ante el virrey Ruiz de Apodaca, para que los jesuitas regresaran a la extensa diócesis de Durango. Sus argumentos eran muy simples: primeramente la educación académica era casi nula, las provincias de la Nueva Vizcaya, Sonora, Sinaloa y Nuevo México, contaban a lo mas con siete escuelas entre todas,  en las que solo enseñaban a leer escribir y los principios de la doctrina cristiana; el analfabetismo era casi general. Durango, ciudad de 24,000 habitantes, contaba solo con una escuela de donde salían alumnos con la ciencia de saberse persignar y mal rezar. En segundo lugar alegó, que el número de eclesiásticos de la Diócesis era cortísimo y no daban abasto a su ministerio sacerdotal. Y en tercer lugar estaba el que el común de los clérigos de la Diócesis, vivía en la ignorancia y falta de principios, era un oficio más, era raro que los eclesiásticos estudiaran Filosofía y mucho menos Teología. Sobre el particular el obispo Castañiza, escribió una carta el 20 de abril de 1818, en la que expresó entre otras cosas: “¿Qué remedio para mal tan doloroso y de tan funestas consecuencias? No hay otro que el establecimiento de los padres jesuitas que se vengan a hacer cargo del Seminario (diocesano)…”(Gutiérrez… Jesuitas…).


Después de muchas agencias, se consiguió que se enviaran dos jesuitas para establecer residencia en Durango, a donde llegaron el 4 de abril de 1819.; ellos fueron los padres Francisco Mendizábal e Ignacio Lyon; a pesar de que su iglesia y residencia ya habían sido destinadas a otros fines de la Diócesis, se les asigno un local contiguo a su antigua iglesia, a donde se trasladaron los recién llegados el 5 de junio de 1820. A dichos padres pronto se unieron otros tres venidos de México. (Gutiérrez… Jesuitas…).

El año de 1817, el gobernador y cabildo de los naturales de Santa María de las Parras, enviaron un escrito al gobernador de la provincia de Coahuila, don Antonio García de Texada, en donde le solicitaban su  intervención para que se restablecieran en Parras los padres de la Compañía “…parecemos y decimos, que habiendo logrado la felicidad de tener a nuestra vista con fecha de veinticuatro de junio, dicho inmediato pasado año de 1816, la Real Cedula de nuestro Augusto Soberano y Católico Monarca el Rey Nuestro Señor… Fernando Séptimo en la que nos hizo presente el restablecimiento de la religión de la Sagrada Compañía de Jesús…  …(pedimos) a Vuestra Señoría poner éste en manos del Exmo. Señor Virrey, para que… sean restablecidos los Padres al Colegio de este nuestro pueblo de Parras…” El citado escrito fue enviado por el Gobernador García de Texada al gobierno virreinal de la Nueva España en México el 24 de septiembre de 1817. Y este contestó el 30 de octubre siguiente diciendo que lo pondría a consideración de la Diócesis (Durango) a la que correspondía el pueblo de Parras. Y entre otras cosas dijo que ante el corto número de operarios se tenía contemplado cubrir en principio las capitales de las Diócesis (de la Nueva España).  Esta contestación la firmó el entonces Virrey, Ruiz de Apodaca. (ARGENA… Clero...).

Una vez consumada la Independencia de México en 1821, se decretó la dispersión de la comunidad jesuita y de allí en adelante en México la vida y obra de los padres jesuitas se desarrollaron en forma aislada sin llegar a establecer un verdadero plan de trabajo como el que tenían hasta antes de su extrañamiento. Todo se movía de acuerdo al gobierno en turno.

En México el número de individuos pertenecientes a la Compañía en aquella primera mitad del siglo XIX rara vez pasaban de 15, entre sacerdotes y hermanos. El número de escolares era casi nulo, uno o dos a lo más. Solo en el año de 1821, a la consumación de la Independencia  los miembros de la Compañía sumaban un total de 39.

El decreto de la segunda restitución de la Compañía en México se expidió el 19 de septiembre de 1853, bajo el undécimo gobierno de Antonio López de Santa Anna. “Art. 1°: Se restablece en la República la Orden Religiosa de la Compañía de Jesús, conforme a su instituto y reglas aprobadas por la Iglesia y con entera sujeción a las leyes nacionales.” (Gutiérrez… Jesuitas en…). Sin embargo aquello claro que no prospero, porque Santa Anna pronto fue destituido y vinieron otros conflictos políticos a los que el pueblo de México estaba acostumbrado.


A partir de 1860, el número de jesuitas en México fue en aumento y se acrecentó a partir de 1880, hasta alcanzar en 1899, la suma de 226 miembros. Por lo tanto en Parras, solo había quedado como recuerdo de los padres jesuitas su casa residencia, con unos aposentos ruinosos de lo que había sido el Colegio, su iglesia de San Ignacio en condiciones muy modestas y su frondosa huerta en el centro de la población había sido expropiada. En marzo de 1886, llegaron a Parras los Padres A. Labrador y A. Brissack, con la finalidad de dar una misión. Con sus mensajes y pláticas pronto despertaron en la población el deseo de tener con ellos a algunos de aquellos padres de la Compañía (a quienes no se les podía negar la gloria de haber sido los fundadores del pueblo). No fue sino hasta el año de 1894, cuando los padres volvieran a dar una nueva misión en Parras. En esa fecha el padre Manuel Díaz Rayón, animó al Padre Provincial Alzola, para restablecerse nuevamente en su residencia de Parras. En una carta que le envió, le comentó lo siguiente: “La ciudad, no cuenta con más de dos sacerdotes y ha sido tan abandonada en lo espiritual, que ni siquiera las señoras suelen confesarse más de una vez al año y algunas ni eso. Hay en la ciudad muchas familias decentes de antigua cepa, acomodadas, finas, de buen entendimiento e ilustración, pero desgraciadamente dejan mucho que desear en religión, no porque no sean inclinadas a ella, sino por la falta de quien las instruya y exhorte. La mayor parte de los caballeros se dicen masones. Hay en la ciudad templos y escuelas protestantes  y frecuentes misiones y visitas de los mismos… en cambio no hay ni una escuela católica para niños… En medio de todo, se conserva muy buenos recuerdos y amor de la Compañía… Si se abandona esta población, acabarán por descatolizarla, por arrancar la fe que plantaron y cultivaron nuestros padres, y la dejaron tan arraigada, que a pesar de tanto abandono como hubo después que ellos salieron desterrados… todavía está en pié. Pero en estos momentos corre  inminente peligro de perderse.” (Gutiérrez… Jesuitas en…).

Estas palabras del padre Díaz Rayón, fueron el antecedente más concreto para el retorno de los jesuitas a Parras y ello fue el año siguiente 5 de marzo de 1895, cundo la intención fructificó y se pudo abrir la Residencia de Parras. La iglesia se San Ignacio recién había sido restaurada gracias a la intervención de la señora Guadalupe Lajous y poco a poco se fueron restableciendo los ministerios propios de la residencia y la intervención de los jesuitas en la vida de los parrenses, lo cual se reflejó en el número de sacramentos impartidos en su Iglesia, en una población que tenía cerca de 7,000 habitantes. (Gutiérrez… Jesuitas en…).

Al fin los Jesuitas habían retornado a su muy entrañable Misión de Parras, después de 128 años de ausencia involuntaria.


Parte VIII. (Ultima parte).- Acontecimientos que se dieron en Parras en el Siglo XX.

El año de 1878, el Obispo de Linares, a cuya Diócesis pertenecía la ciudad de Saltillo, ofreció a la Compañía de Jesús una casa de su propiedad en la citada ciudad. Dicha propiedad comprendía una capilla y una huerta y era muy adecuada para establecer un colegio. Para ello se envió al P. Ignacio Velasco para que preparar el terreno, poco después se auxilio del P. Francisco Barragán, del escolar Alberto Cuscó y Mir y del hermano Manuel Martínez. Ellos en conjunto fundaron el colegio San Juan Nepomuceno, centro educativo que abrió sus puertas el 3 de noviembre de 1878, con 29 alumnos inscritos. En 1879, había 70 alumnos y en 1882, eran ya cerca de 90. Con el tiempo el colegio de San Juan, adquirió fama en el norte mexicano y a él acudieron alumnos de los estados circunvecinos. Por sus aulas pasaron alumnos que con el tiempo llegaron a ser ciudadanos muy distinguidos, allí estuvieron Francisco I. Madero y algunos de sus hermanos, los también hermanos Alessio Robles y Carlos Pereyra, entre otros. En 1903, cuando el Colegio cumplió sus Bodas de Plata, se había dado educación a 1429 jóvenes. (Gutiérrez… Jesuitas en…). Sin embargo llegó la época revolucionaria y en una de sus etapas, en el año de 1914, cerró sus puertas para siempre.
   
Con anterioridad a esta última fecha, el 26 de febrero de 1895, el obispo de Saltillo, Mons., Santiago de la Garza Zambrano, ordenó al entonces párroco de Parras P. Fortino Hurtado, que entregara a los jesuitas el templo de San Ignacio; la recepción la hicieron los P.P. J. Paderne y Ceferino Martínez. (Churruca… Presencia…). Con la creación de la Diócesis de Saltillo en octubre de 1891, Parras dejó de pertenecer a la de Durango, a la cual perteneció desde su creación en el año de 1614 y con anterioridad a dicho año perteneció a la de la Nueva Galicia (Guadalajara).

Los jesuitas regresaron a su antigua residencia, situada hacia el sur de la iglesia del Colegio, la cual durante años había sido utilizada para otros fines que no iban muy de la mano con sus orígenes. Allí estuvieron los insurgentes en 1811, en otro tiempo fue cuartel de los franceses en la década de los sesenta y cuartel de los republicanos cuando aquellos dejaron la población; sin embargo los Padres al volver poco a poco lograron regresarla a su fisonomía primitiva.


Durante esos últimos años del siglo XIX y principios del XX, los jesuitas siguieron conviviendo con los padres diocesanos en la impartición de su ministerio en la ciudad de Parras. Al llegar la Revolución, la situación de la iglesia con el gobierno se hizo tensa, y en 1914 los padres de la Compañía fueron expulsados nuevamente del territorio nacional, y solo quedaron en Parras algunos de los padres diocesanos. En 1920, en otra nueva etapa de aquella revuelta nacional, los jesuitas empezaron a hacer labor de misión en Parras, en ese año acudía a la población en forma ocasional el P. Pablo Lauvent; en 1925  los padres de la Compañía abrieron una escuela apostólica, y en 1926, se dio la persecución religiosa auspiciada por la llamada Ley Calles. Por lo que las autoridades eclesiásticas decidieron cerrar los templos, y el gobierno federal prohibió toda manifestación en el interior de los mismos. Fueron tres años de intensa persecución de religiosos y creyentes practicantes. Esta etapa de nuestra Patria es más conocida como la Guerra Cristera. Parras no fue ajena a dichos acontecimientos y en enero de 1927, fueron fusilados en Parras un total de nueve jóvenes obreros que luchaban por sus creencias religiosas. Ocho fueron llevados al paredón en la barda frontal del Panteón de San José hacia el lado norte de la entrada principal y otro fue acribillado en la esquina de Ocampo y Treviño, de dicha población. Milagrosamente uno de los primeros sobrevivió al “tiro de gracia” y vivió muchos años para poder contar aquel tremendo suceso.
   
El día 13 de febrero de 1929, un miércoles de ceniza, se dio en Parras un lamentabilísimo acontecimiento, en el que el jefe de la partida militar federal acantonada en Parras, sufrió un grave atentado que la causó la muerte en el interior de la casa residencia de los padres jesuitas. El teniente coronel Fernando Villarreal, murió de un disparo en la nuca que la salió por la frente. Él acudió a la residencia de los padres porque recibió la noticia de que el padre David Maduro S.J., estaba realizando la impartición de la Ceniza en dicho domicilio, entre algunos fieles que habían sido convocados en forma “discreta” para ello. Lamentablemente se le hizo cargo al P. David Maduro S.J. de dicha agresión, a pesar de que en apariencia nada había tenido que ver en dicho acto delictivo. El padre fue apresado al día siguiente se le llevó al cuartel militar de la población y allí se le fusiló a media mañana, después de haber sido sometido a un sumarísimo juicio militar. Se le sepultó en San Antonio en forma precipitada para evitar toda manifestación en su favor por parte de la población. El 14 de febrero de 1938, se exhumaron sus restos y ante una muy sentida muestra de dolor por parte de la población parrense, sus restos se trasladaron a la cripta de la familia Madero en el panteón de los Cipreses, en donde descansan actualmente. De aquel lamentable hecho jamás se ha sabido la verdad, los que pudieron haber aportado datos más fehacientes desgraciadamente ya murieron.


En esta década de los años treinta, el templo de San Ignacio fue restaurado, ya que el 16 de abril de 1911, toda el área de su campanario había sido dinamitada por parte de los revolucionarios maderistas que ocuparon ese día la población.

En el año de 1934, los sacerdotes diocesanos se retiraron de su parroquia de Parras y la administración quedó en manos de los jesuitas, quienes desde esa fecha han tratado de colaborar con las necesidades espirituales y materiales de la población de Parras. El último párroco diocesano de Parras fue el padre Pudenciano Villalobos, quien en noviembre de 1894, fungió como primer párroco de la iglesia de Guadalupe de Torreón. (Churruca… Presencia…).

A partir de esa fecha los sacerdotes ocuparon en forma permanente su residencia de Parras. Los miembros de la comunidad regularmente son cambiados a los diversos lugares en donde tienen residencias. En lo personal, me tocó convivir muy de cerca con dichos sacerdotes a partir de la década de los años cincuenta. Mi familia siempre fue muy allegada a dicha comunidad jesuita y de allí mi cercanía con ellos. En mis años infantiles conocimos de pies a cabeza la casa residencia y la iglesia del Colegio, porque las “vacaciones grandes” allí la pasábamos en forma cotidiana un grupo de niños, participando en algunas actividades recreativas que organizaban los sacerdotes jesuitas. Me toco palpar en forma personal el grado de modestia con que vivían los sacerdotes, nada de lujos, ni en su comida, ni en el vestido ni en sus aposentos, ni mucho menos en su comportamiento hacia las personas. Eran medidos y recatados en todos sentidos y muy rigurosos para cumplir con las reglas que la Orden les exigía.

Me tocó conocer y tratar a algunos de ellos, fue así como conocí a los P.P. Ignacio López, quien corregía a los muchachos a base de “coscorrones”, sin que hubiese quejas por parte de los afectados;  Eduardo I. Margain, Enrique Ureña Uribe, Ramón Torres, Gustavo Rojas (el padre “Rojitas”); y un poco ya más grande a los P.P. Zermeño,  Daniel García de Alba, León Franco, Federico Chávez Peón, Luis Cavazos, y más recientemente al P. Agustin Churruca Peláez, (cuya vida y obra trataremos en capítulo aparte).  Claro que no fueron los únicos que estuvieron allá en Parras, sino que fueron con los que tuve algún tipo de trato.

Sin olvidar aquella norma de la educación y preparación académica, en la década de los años cincuenta, fundaron la escuela primaria Hernando de Tovar para niños de escasos recursos. Y a principios de la década de los sesenta el padre Federico Chávez Peón S.J., creó la Escuela Secundaria y Preparatoria Parras. Dichos centros educativos hoy en día siguen funcionando con toda normalidad.


A pesar de su larga ausencia, en suelo parrense, los padres jesuitas siempre han ido de la mano con la vida cotidiana de la población, la gente los respeta y los acepta. Su influencia es mucha en la conciencia de gran mayoría de los parrenses. Su formación siempre los ha conducido por un camino apartado de la doctrina liberal convenenciera, cuyos postulantes desconocen realmente el significado del derecho Divino de la Libertad, por lo que los sacerdotes jesuitas han propugnado siempre; se apartan también de los postulados y prácticas de ese materialismo apostata, esclavista y mentiroso para con los más desprotegidos; y apartados también, de los intereses mezquinos de algunos jerarcas eclesiásticos que se dan a la molicie y a la consecución de lujos personales y que en ocasiones se convierten en comparsas de las autoridades civiles corruptas y explotadoras como aplaudidores de primera fila. Su postulado es claro y preciso, “la Libertad a base de educación, de esfuerzo, de respeto y de trabajo en busca del bien común”. Aquí cerramos estas páginas.

FUENTES: ***.- Alessio Robles Vito. Coahuila y Texas en la Época Colonial. Editorial Cultura. México, D.F. 1938. ****.-Ahumada Luís. Archivo General de la Nación. Jesuitas de Parras. Fecha: 1594-1748. Volumen I-33. ”Puntos desta Missión de Parras para la hystoria de la Compa(ñia), embiados a el Pe. Visitador. En 26 de octubre de 1609.” Principios que tuvo la misión de Parras. No.12.legajo N3. Misión de las Parras. (Copia en poder del autor.) ***.-Gutiérrez Casillas José. S.J. Jesuitas en México durante el Siglo XIX. Editorial Porrúa, S.A. Primera Edición. México.1972. ***.- Contreras Cárdenas Juan. Monografía de Parras. Editorial Olimpo. México. 1948. ***.- Contreras Palacios Gildardo. Antecedentes a la Fundación del Torreón. R. Ayuntamiento de Torreón 1991-1993. Editorial del Norte Mexicana. 1992. ***.- Gerard Decorme, S.J. “La Obra de los jesuitas Mexicanos. Durante la Epoca Colonial. 1572-1767.” Compendio Histórico. Tomo I. Fundaciones y Obras. Mexico. Antigua Librería Robredo de José Porrua e Hijos. 1941. ***.-Churruca Peláez Agustín, Héctor Barraza, Ana Ma. Esparza. Mayela Sakanassi. “El Sur de Coahuila Antiguo, Indígena y Negro”. Sin Editorial. 1990. ***.-Churruca Peláez Agustín, Barraza A. Héctor, Gutiérrez Jesús. Borja R. Patricio. Historia Antigua de Parras. Imprenta el Popular. Parras 1989. ***.-Churruca Peláez Agustín. S.J. “Primeras Fundaciones Jesuitas en Nueva España. 1572-1580. Editorial Porrua, S.A. Primera Edición. 1980. México. ***.- Churruca Pélaez Agustín S.J. Presencia Diocesana y Jesuita en Parras. (1594-1989). Trozos de la Historia de Parras. Universidad Autónoma de Coahuila. Archivo Municipal. Saltillo.1991. ***.- Francisco Zambrano S.J. Diccionario Bio-Biográfico de la Compañía de Jesús de México. Tomo II. Siglo XVI (1566-1600). Editorial Jus, S.A. México. 1962. ***.-Hernández Carlos. Durango Gráfico. Durango. Talleres de J.S. Rocha. 1903. ***.- Javier Alegre. “Memorias para la Historia de la Provincia que tuvo la Compañía de Jesús en Nueva España.” Tomo Primero. Publícalas J.Jijon y Caamaño. Talleres Tipográficos Modelo, S.A. México, D.F. 1940. ***.- Misiones. Archivo General de la Nación. (ARGENA). Misiones. Carta Annua expedida por el padre Gaspar de Contreras al Padre Provincial Andrés de Rada. 1652. Volumen 26. Expediente 11. Foja 115-118. ***.- Morfi Fray Agustín de. Diario Derrotero por la provincia de Coahuila, 177-1778. Relación de la Provincia de Coahuila, Dirigida al rey nCarlos III. Coahuila, Tierra Anchurosa de Indios, Mineros y Hacendados. México. Sidermex. 1985. ***.-Trueba Alfonso. Figuras y Episodios de la Historia de México. La Expulsión de los Jesuitas o el principio de la Revolución. No. 12. Editorial Campeador. Distribución JUS. México. 1954.

***.- Archivo María y Matheo de Parras (AMMP). Libro de registro de Bautismos muertes y casamientos de 1606 a 1649. Fotocopia en poder del autor. ***.- AMMP. Archivo María y Matheo de Parras. Expediente 347. Copia. Real Cedula de Expulsión de los Jesuitas. 1767.*.- Expediente 375. Catalogo de misas y asuntos pendientes de los jesuitas expatriados. 1767. ***.-Archivo General de la Nación (ARGENA). Grupo Documental: Real Junta. Registro: 231. Foja: 207-13. 17 de agosto de 1773. ***.-Archivo General de la Nación (ARGENA). Grupo Documental: Clero regular y Secular. No. de Registro:563. Fecha: 1817. Volúmen:64. Expediente: 10. Foja: 285,291. “El Cabildo de Naturales del pueblo de Santa María de las Parras, sobre que se establezcan ahí Jesuitas.” ***.-Archivo General de la Nación. (ARGENA). Grupo Documental: Clero regular y Secular. No. de Registro:563. Fecha: 1817. Volúmen:64. Expediente: 10. Foja: 285,291. “El Cabildo de Naturales del pueblo de Santa María de las Parras, sobre que se establezcan ahí Jesuitas.” ***.- Centro Histórico de Veracruz. Francisco Javier Clavijero. Biografía. H. Ayuntamiento de Veracruz.http://centrohistorico.veracruzmunicipio.gob.mx/biografia.php?idreg=24









 
Fuentes

Alessio Robles Vito. Coahuila y Texas en la Época Colonial. Editorial Cultura. México, D.F. 1938.-FUE

Contreras Cárdenas Juan. Monografía de Parras. Editorial Olimpo. 1948.-FUE

Trueba Alfonso. Figuras y Episodios de la Historia de México. La Expulsión de los Jesuitas o el principio de la Revolución. No. 12. Editorial Campeador. Distribución JUS. México. 1954.-FUE

AMMP. Archivo María y Matheo de Parras. Expediente 347. Copia. Real Cedula de Expulsión de los Jesuitas. 1767.*.- Expediente 375. Catalogo de misas y asuntos pendientes de los jesuitas expatriados. 1767.-FUE

ARGENA. Archivo General de la Nación. Grupo Documental: Real Junta. Registro: 231. Foja: 207-13. 17 de agosto de 1773.-FUE

Centro Histórico de Veracruz. Francisco Javier Clavijero. Biografía. H. Ayuntamiento de Veracruz.-FUE

http://centrohistorico.veracruzmunicipio.gob.mx/biografia.php?idreg=24-FUE

Javier Alegre. “Memorias para la Historia de la Provincia que tuvo la Compañía de Jesús en Nueva España.” Tomo Primero. Publícalas J.Jijon y Caamaño. Talleres Tipográficos Modelo, S.A. México, D.F. 1940.-FUE

ARGENA. Archivo General de la Nación. Grupo Documental: Clero regular y Secular. No. de Registro:563. Fecha: 1817. Volúmen:64. Expediente: 10. Foja: 285,291. “El Cabildo de Naturales del pueblo de Santa María de las Parras, sobre que se establezcan ahí Jesuitas.”-FUE

Gutiérrez Casillas José. S.J. Jesuitas en México durante el Siglo XIX. Editorial Porrúa, S.A. Primera Edición. México.1972.-FUE

Churruca Pélaez Agustín S.J. Presencia Diocesana y Jesuita en Parras. (1594-1989). Trozos de la Historia de Parras. Universidad Autónoma de Coahuila. Archivo Municipal. Saltillo.1991.-FUE