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Parras. Secundaria Federal Pte. Madero de Parras. Aquella Generacion del 62.
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Parras. Secundaria Federal Pte. Madero de Parras. Aquella Generacion del 62.
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Dedicatoria: Para mis ex compañeros de Generación un abrazo y mi agradecimiento pleno por haberlos conocido y por haberme permitido coexistir a su lado en ese espacio tan corto de la vida. EL AUTOR GILDARDO CONTRERAS PALACIOS.
Trascurría el año de 1959, año en el que terminaba mi instrucción primaria. La cual había realizado en su totalidad en el Instituto Parras, después de haber cursado un año de kínder y el primero de primaria en el Colegio Renacimiento. De la primaria del Instituto, sólo hubo cinco egresados, que conformábamos el total de los que allí estudiábamos en el sexto grado de primaria. Ellos fueron Fermín Loera García, Francisco Agüero Monterde, Eduardo Madero Tamargo, Javier Palacios Flores y el que esto escribe. Solo cinco egresados y total. Deseo recordar en forma personal a nuestra maestra del sexto año de primaria en el citado instituto, a la ilustre profesora de muchas generaciones de niños parrenses, Amalia Ramos. Y a las otras mentoras que allí colaboraban en grados inferiores y que fueron las distinguidas y siempre bien recordadas: Guadalupe Rodríguez, Graciela Ramos, Dolores Zavala,al maestro Basilio Pantoja, al profe. Marcos Garcia, el "guero Marcos", en deportes y sobre todo al estricto y muy estimado Director del Instituto, Eleuterio Ovalle Serrano, el profe "Tello".
Los cursos escolares anuales finalizaban por lo general los últimos días de junio. Ese año como los anteriores fue de la misma forma, sin embargo los que terminábamos la primaria debíamos prepararnos para ingresar a la única escuela secundaria que existía. No recuerdo bien pero al parecer presentábamos un examen de admisión, para iniciar nuestra instrucción secundaria. Los interesados en ingresar a la Secundaria, procedíamos de diversas escuelas primarias de Parras, entre las que se encontraban, principalmente: la Miguel Hidalgo (niñas), Benito Juárez (niños), Francisco I. Madero (niños), Colegio Renacimiento (niñas), Instituto Parras (niños), La Escuela Anexa Hernando de Tovar (de los padres jesuitas), Fundadores de Parras, Heroínas Mexicanas y la de San Lorenzo, que no recuerdo su nombre, entre otras. Éramos alumnos que teníamos nuestros domicilios en el sector urbano propio de la población, de la llamada Hacienda del Rosario y de San Lorenzo, principalmente.
Las clases del nuevo curso comenzaban en los primeros días de septiembre. Fuimos un total aproximado de 50 a 60 alumnos de nuevo ingreso. El 30% eran señoritas y 70 varones., en forma aproximada. Se nos dividió en dos grupos, primero “A” y primero “B”. Si basamos nuestros números en un promedio de 40 alumnos por salón, tendríamos una población total de la secundaria de 240 alumnos en los seis grados. Dos por año. |
El edificio de la Escuela Secundaria Federal “Presidente Madero”, era muy moderno para su tiempo, se situaba y aún está allí, en la acera sureste de la confluencia de las calles Cayuso y Martín Torres. Una construcción bien diseñada, con buena distribución y cuya edificación se remonta a la segunda mitad de la década de los años cincuenta. Frente al edificio en su parte norte, por la calle Martin Torres se localizaba la Escuela Técnica Industrial de Parras y el Instituto Parras. Por cierto las mencionadas calles carecían de pavimento, su piso era de tierra. El pavimento llegaba sólo hasta la Madero por la Cayuso y hasta la Treviño por la Martin Torres.
Los salones estaban en el segundo piso del edificio, en la sección sur; hacia el norte se localizaban los talleres (carpintería, de corte confección y cocina, otro para música y otro que no recuerdo para que se utilizaba.). Los grupos se distribuían de oriente a poniente, los dos primeros salones estaban dedicados a los de primer año, los siguientes dos para el segundo y lógico que para los terceros los otros dos restantes. La salida de las escaleras que conducían del primero al, segundo nivel, desembocaba en donde se situaba el grupo del tercero “A”. Dicha escalera tenía su base en la entrada principal del edificio, un amplio vestíbulo que conducía a todos los rumbos del inmueble. Antes de entrar a dicho recinto hacia la derecha, se situaba un pasillo que daba a la parte trasera de los talleres de química y física. A ese mismo nivel pero hacia el poniente, se localizaba la Secretaría y otro lugar que no recuerdo para que era; a espaldas de estos, en donde terminaba el porche, hacia la izquierda y al poniente, la dirección y una “tiendita” y hacia el oriente los sanitarios y la entrada a los laboratorios de química y física, que eran la planta baja de los salones de clase y cuyos ventanales daban hacia los patios de recreo, al norte y sur de los mismos. Al lado poniente de donde comenzaban las escaleras había un pasillo que conducía a los diversos talleres. Creo que en cuanto a construcción era todo, sólo agregar que se contaba con un amplio patio, con dos canchas de basketbol en su parte sureste y a un lado de ellas hacia el poniente había un campo de tierra de usos múltiples, en donde algunas alumnas practicaban el "softbol" en forma informal. Entre las naves de salones y talleres había otro patio amplio, alguna parte de él y hacia el poniente, con pasto bien cuidado. Había también una pequeña construcción en la esquina suroeste del patio de recreo con apariencia de vivienda habitable y era ocupada por una señora "grande" y una joven, de quienes nunca supe quienes eran. Hacia la barda del sur, que colinda con la calle Chuahutemoc, habia una acequia a todo lo largo de ese sector, por donde corria el agua para regar las huertas colindantes; a la vera de dicha acequia existiana algunos arboles de aguacate, los cuales se hacian mas notorios en la parte sur oriente del patio, en la cabecera sur de las canchas de basquetbol. La entrada a la secundaria se situaba a mitad de su lado poniente, por la calle Cayuso, y la portería era protegida con una reja de material de hierro bastante grueso y pesado y había una pequeña rampa que conducía al interior de la escuela. Lo anterior es lo que recuerdo de aquel recinto que me albergó durante tres años, años felices que alentaron mis conocimientos que significaron mucho en la gran aventura de la vida, siempre guiado por maestros ejemplares, de gran valía y amplios conocimientos, dedicados a un apostolado, con ganas de hacer bien al prójimo. En su vestíbulo y en algunos de sus corredores había bancas de madera color naranja, con el nombre de algunos alumnos con sus apellidos, que habían pasado por sus aulas y cuyas familias habían patrocinado la hechura de dichas banca. Debo decir que entre ellas la de mis hermanos Juan, Eduardo (+) y Martha. No sé si aún existan dichas bancas.
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En lo personal tuve acomodo en el grupo de primero “A” y deseo mencionar a los compañeros que empezamos aquella nueva etapa de nuestra vida. Espero que aparezcan todos. Va la lista:
Sección A. Alumnas: Graciela Aguirre Reyna, Gloria Alcalá Mena, Guillermina Buendía Carrillo, Alicia de la Cruz Garza, Rosa Elvira Dávila Rodríguez, Cristina García Verástegui, Lourdes Garza Sánchez, Lidia González Vásquez, Ma. Teresa Jaramillo Argil, Tomasa Martínez Santibáñez, Yolanda Menchaca Lara, Magdalena Menchaca Miranda, Rosa Ma. Moreno Chacón, Victoria Eugenia Mota Esparza, Ma. Teresa Robledo Fernández, Rosa Angélica Veloz Muñoz, Ma. Cristina Zavala Gallegos.
Alumnos: Francisco Agüero Monterde, Rogelio Alvarado Hernández, Florentino Álvarez Piña, Manuel Bravo Picazo, Rodrigo Colunga Tello, Gildardo de J. Contreras Palacios, José Ma. Cháirez de la Rosa, Luis H. de las Fuentes Santos Coy, Gerardo Díaz Chacón, José Luis Esparza Jaramillo, José Mauro Flores Soto, Antonio García Briones, Roberto García Mendoza, Roberto Eugenio González Ramos, Antonio Hernández Andrade, José Manuel Hernández Mireles, Andrés Juárez Rodríguez, Rogelio Leza Soto, Fermín Loera García, Everardo Mancha Cano, César Augusto S. Ordóñez Navarro, Carlos Peña Ortega, Joel Ramos Martínez, José León Ramos Reyes, Salvador Rodríguez López, Porfirio Salazar Olvera, Simón Solís Sandoval, Horacio Sosa Segovia, Roberto Torres González.
Estos alumnos fuimos los que terminamos la instrucción secundaria allí, pero hubo otros que empezaron pero que por diferentes motivos no concluyeron allí sus estudios secundarios, entre ellos estaban Eduardo Madero Tamargo, Gustavo Mata Villanueva, un joven Escobar de San Lorenzo, otro joven Vázquez que vivía allí enfrente de la escuela por la Cayuso, y otro más de Marte, claro de Estación Marte; Pablo Alvarado y Teodoro Esparza Banda, que se quedaron rezagados alli mismo en la secundaria y algún otro que escapan a mi memoria. De los mencionados, Antonio Hernández, Porfirio Salazar y Horacio Sosa, procedían de San Lorenzo. De la Hacienda (del Rosario), eran: Rogelio Alvarado, Everardo Mancha, Salvador Rodríguez y José León Ramos; Andrés Juárez, venía del rumbo de las Palmeras. Los demás, éramos de la Cinco de Mayo para el poniente, de los diversos rumbos de Parras. Cabe mencionar a Luis de las Fuentes Santoscoy(Macario), quien nos sacaba algunos años de ventaja (2 ó 3) y claro que sabía otras cosas de la vida que la mayoría de nosotros ni enterados, pero a pesar de ello fue buen compañero. Él era sobrino del futuro gobernador de Coahuila, José de las Fuentes Rodríguez (El Diablo). El apodo de Macario se tomo por aquel personaje de la pelicula del mismo nombre que interpreto Lopez Tarso (1960). Creo que con todos esos compañeros de salon, lleve una buena amistad, y a todos los recuerdo con especial aprecio.
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Sección B.
Alumnas: Eva Carrillo Charles, Marisela García Mireles, Juana García Rodríguez, Josefina Hernández Zavala, Ma. de Jesús López Alvarado, Norma Yadira Luna Montoya, Gloria Mendoza Martínez, Concepción Gpe. Mireles García, Petra Ortega Martínez, Josefina Ortiz Zavala, Alejandrina Pámanes Cortés, Ernestina Peña Ortega, María Ramírez Agüero, Sara Ramírez Elizondo, Ma. Guadalupe Ramírez López, Ma. Isabel Rodríguez Puente, Ma. Luisa Santos Coy Leza, Virtudes Silva González, Lilia Soto Huerta, Irene Verástegui García, Balbina Vielma Verástegui, Gracia Mary Esparza de Cano.
Alumnos: Manuel Álvarez González, Daniel Chávez López, Daniel García Aguilar, José Luis García Limón, José Horacio García Rodríguez, Sergio Enrique Gutiérrez Alvarado, José Hernández de la Peña, Juan Manuel Hernández Salinas. Antonio Lara Fuentes, Fernando Lara Fuentes, Francisco Martínez Vázquez, Felipe de Jesús Martínez Santana, José Armando Mireles García, Juan Manuel Natividad Lara, Ramiro Peña Rodríguez, Bernardino Ortiz Zavala, Omar Rodríguez Vega, Juan José Tello González, Juan Crisóstomo Urbina Márquez, Roberto Zapata Vielma, José Asunción Zul Lomas.
Justo es decirlo que a los compañeros de mi grupo de la sección “A”, los recuerdo con más claridad por la convivencia diaria con ellos.
Para mi, el haber llegado a la escuela secundaria, era llegar a un sitio desconocido, no eran los cinco que estuvimos en la primaria, sino que eran otros treinta o más y no eran sólo hombres sino que compartíamos el salón, también con señoritas. Este tipo de educación, en lo personal la había tenido cuando curse el kínder y 1° de primaria en el Colegio Renacimiento.
En la Secundaria no era sólo una maestra o maestro al que atendíamos diariamente, sino que eran seis o más personas diferentes, cuatro en la mañana y otro u otros dos por la tarde. Era el tiempo de acudir a los centros educativos mañana y tarde, aun no se estilaba eso de los turnos matutinos y vespertinos que hoy se usa. La entrada a la secundaria era variable según fuese tiempo de verano y de invierno, no recuerdo con exactitud los horarios, pero en ambos eran entre las 7 y 8 a.m. En las mañanas entre las clases había un receso de 15 minutos (creo), y entre la segunda y tercer hora de clase se concedía a los alumnos un receso de media hora a manera de “recreo”. Al medio día se concedía el tiempo para que los alumnos fuesen a sus casas a tomar los sagrados alimentos de la comida y regresasen a tiempo para las clases de la tarde. La salida por las tardes variaba, pero no era muy tarde, para que los alumnos pudiesen llegar a sus casas a hacer tareas y preparase para las materias del día siguiente. Había un período de exámenes semestrales y finales (enero y junio), para ello se nos aplicaba un examen por materia por día, situación bastante cómoda para prepararnos debidamente. Había tres períodos de vacaciones, las de Navidad y las de Semana Santa por solo durante una semana y las llamadas Grandes o de fin y cambio de curso en julio y agosto. La escuela, participaba en dos eventos municipales principales, con motivo de los desfiles de los días 16 de septiembre y 20 de noviembre de cada año, pero creo que tambien se celebraba el dia de la Bandera el 24 de febrero y el 5 de Mayo, dia de la batalla de Puebla.
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El director de la secundaria en esa época era el siempre bien recordado profesor Jesús Salas Flores, un muy buen director en el sentido estricto de la palabra, con don de mando, serio, estricto, duro pero no malo, a quien le interesaba el buen funcionamiento de la escuela mediante la disciplina y el aprovechamiento correcto y eficiente de los alumnos. La persona que le seguía en el mando, era la profesora Justina Calderón, de las mismas características que el profesor Salas pero en femenino y era la encargada de llevar todos los asuntos administrativos de la secundaria, ella y su familia eran originarios de Michoacán. No usábamos uniforme especial, solo a los varones se nos obligaba a llevar corbata. El cuerpo de maestros de la escuela estaba conformado por gente profesional, dedicada a su trabajo de enseñar a la juventud parrense. Voy a hacer una lista de dichos maestros a quienes les estaré sempiternamente agradecido por sus enseñanzas y consejos. Los mencionaré sin tomar en cuenta el grado en los que intervinieron: Jesús Salas Flores (Historia Universal), Jesús Ma. Valdés (inglés, física e instrucción cívica ), Hermenegildo Valdés (matemáticas), Leopoldo González Rojas (geografía), Rodolfo Martínez Terrazas (biología), Justina Calderón (español), Josefina Calderón (historia de México), Odilón García Sifuentes (dibujo), Antonio Esparza Luna (música), Juan M. Martínez (civismo), Juan Francisco Brondo (biología y español), Jesús Alfonso Arreola Pérez (español, deportes), Dr. Eduardo Viera Ortega (química), ing. Gustavo Aguirre Benavides (biología), ing. Doroteo Laredo Vega (química, civismo), Isidro Morales Padilla (matemáticas), Enrique Poblador (dibujo y modelado en yeso y plastilina), Jesús Molina (taller de carpintería), el profe Bonifacio Charles con su banda de guerra, Ma. Elena M. de Líos (música), y con las señoritas, intervenía la maestra Oralia Gaona Rodríguez en los talleres propios de su género de corte confección y cocina.
De aquellos inolvidables maestros, los “profes” Brondo y Martínez Terrazas, eran mis vecinos, ellos vivían en la antigua calle de Los Santos, posteriormente Cepeda y más conocida entre los parrenses, como del “Pipon”. El profe Martínez Terrazas, muy serio, muy formal, siempre de traje, su esposa, una señora igualmente de seria, muy correcta y maestra también; conocí a su hijo Victor, con quien tuve cierta amistad y solo de vista, a dos de sus hijas, que pasaban por mi domicilio, cuando asistían a la escuela; después cambió su domicilio a la calle Cinco de Mayo. El profe Brondo, igualmente de traje diario, muy formal de semblante alegre y de bigote notorio.
Realmente las clases resultaban amenas y entretenidas, no recuerdo que hubiese alguna que no fuese de interés, y todo ello debido al especial empeño que los respectivos maestros ponían en la impartición de sus cátedras. Realmente todos juntos fueron una pléyade de maestros. Claro que había duros y estrictos y otros más suaves y consentidores, sin embargo todos tenían esa vocación del magisterio. En la escuela existían dos conserjes, don Eugenio y don Tacho, quienes además del aseo de las instalaciones, servían como observadores hacia el comportamiento de los alumnos, para reportar a la Dirección en caso necesario.
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Recuerdo las clases de dibujo con el profe Odilón, quien para Navidad y día de las Madres, nos encargaba una especie de tarjeta de felicitación gigante en un pliego de papel “marquilla” o “bristol”, uno poroso y otro brillante, doblado en cuatro partes, en la cual presentábamos dibujos alusivos a las celebraciones mencionadas. Por lo general utilizábamos cuadernos grandes de dibujo con espiral, aún no existían los plumones ni cosas que se le pareciese, para su realización utilizábamos los manguillo con unas plumillas o puntas especiales, para la tinta china y los colores de madera con punta de cera, que tajábamos con navajas, de uno o de dos filos, estas últimas eran de los deshechos que dejaban los papas de sus rastrillos de rasurar y que llamabamos "cortaplumas". Para borrar utilizabamos unos borradores o gomas de borrar de color azul y rojo, uno para lapiz y otro para tinta. Aun se utilizaba una tradicion ancestral de utilizar el migajon de pan (de torta) para borrar. Fue una clase que siempre fue de mi agrado y realmente el profesor Odilón se esforzaba para que aprendiésemos las reglas más elementales del dibujo. Después del profe Odilón, vino a darnos clase en tercer año el maestro Enrique Poblador, quien nos impartía la materia de modelado en plastilina y yeso. El profe Poblador vino de la ciudad de México para hacerse cargo en principio de las clases de dibujo, pintura y modelado en la Casa de la Cultura de Parras, auspiciada por el INBA, y acá se casó y se quedó por algún tiempo para emigrar después a la ciudad de Torreón, Coahuila. Fue el autor del mural que existe o existio en la cúpula del vestíbulo de la actual Casa de la Cultura de Parras, antigua Escuela Modelo Benito Juárez. En la clase del profe Toño Esparza, se nos enseño a escribir ciertas notas musicales, en cuaderno pautados, recuerdo haber escuchado alli, los nombres de corcheas, semicorcheas, blancas, negras, tono de sol, compas de cuatro cuartos, etc., y pues en ese campo en lo personal alli me quede.
El taller de carpintería que impartía el profe Molina, fue también un espacio muy relajante en cuanto al resto de las materias. Allí aprehendimos a manejar las herramientas propias de los carpinteros, cepillos, escofinas, formones, martillo, desarmador, serrucho, etc. En ese tiempo incorporaron un torno eléctrico para trabajar la madera. De vez en cuando algún grupo de compañeros, jugábamos alguna broma al maestro y el resto de los compañeros; procurábamos entrar primero que los demás, e inmediatamente escondíamos las herramientas en un montón de aserrín y viruta de madera que existía casi por siempre en una esquina del taller. Después de un rato los compañeros interesados en su uso daban con ella pero batallaban un poco, hasta allí quedaba la broma. En otras ocasiones llegamos a clavar la tapa del escritorio del maestro, que era un mueblecito de madera muy modesto y rústico en donde guardaba sus papeles y alguna herramienta especial, ante el disgusto y enojo del maestro, sin que nadie dijese nada de los causantes de aquello. En cierta ocasión al estar usando el torno recién estrenado, un grupo de alumnos veíamos el trabajo que estaba haciendo alguno de ellos, en un descuido, el torno “agarró” con la parte giratoria la corbata de Cesar Ordoñez, la cual con los giros se le empezó a retorcer y por consiguiente a apretarle el cuello, el afectado solamente exclamaba ¡Ay, Ay, Ay….! Mientras tomaba su corbata con las dos manos, los presentes no hacíamos nada para remediar aquello y sólo basto que César diera un tirón para que la corbata se desprendiera de la máquina, quedando la mitad de ella allí atorada en el torno. Después vino la clásica burla de los allí presentes, imitando sus “Ayes”. Cuando no teníamos nada que hacer, nos la pasábamos haciendo todo menos trabajar; el taller contaba con unos ventanales altos que daban hacia la calle Martin Torres, y cierta vez en uno de esos ratos de ocio, estábamos varios compañeros trepados en unos cajones viendo para afuera, de pronto se presentó el profe Molina con un pedazo de madera en la mano y con ella nos empezó a tirar golpes a las caderas, para que nos bajásemos de los cajones, a mi me toco uno de ellos pero metí el brazo para protegerme y el profe alcanzó a darme en la muñeca, la cual se hinchó como es lógico, pero por este hecho y por otros similares, nunca hubo quejas con los papas ni en contra de los profesores por tan insignificantes hechos. Hoy en día ya estarían los padres quejándose ante la CNDH. Uno lo tenía porque se los buscaba y punto.
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Otro hecho que me tocó vivir, fue el que se presentó en una clase de Civismo o Química con el profe Doroteo Laredo en tercer año; resulta que cierto día antes de que empezara la clase cinco a seis alumnos del grupo nos pusimos de acuerdo para que en lugar de contestar ¡Presente! a la hora de pasar lista y escuchar nuestro nombre contestásemos ¡Viva Cristo Rey!, haciendo alusion a los cristeros que se levantaron en armas contra el gobierno callista en el mes de enero de 1929 en Parras. En ese hecho estuvimos involucrados, claro el que esto relata, Gerardo Díaz Chacón, Quico Agüero, Pepe Flores Soto, Fermín Loera, no sé si Joel Ramos y dos o tres más que no recuerdo bien quienes fueron, claro que la mayoría no aceptó nuestra propuesta. Ante nuestra singular expresión de “presente”, el profe Laredo, sólo movía la cabeza como solía hacerlo cuando algo no le parecía. Después de ello, la clase se desarrolló con normalidad, sin que otra cosa sucediese. Sin embargo, al estar tomado la clase siguiente, nos mandó llamar a los involucrados en el incidente el director, quien en ese momento estaba impartiendo clases hasta el final del pasillo, en el primer salón hacia el oriente, en ese tiempo nuestro salón de tercer año era el penúltimo del corredor hacia el poniente, enfrente de la parte superior de las escaleras. Pues en todo el trayecto del pasillo, el profesor Salas, con voz enérgica y en tono fuerte, nos iba llamando la atención por tal acontecimiento, ante la curiosidad de los alumnos de los diferentes grupos, que en ese momento tomaban clase ya que la vista hacia afuera era total, sólo los dividía una pequeña barda de ladrillo y lo demás eran grandes ventanales. En lo que más nos hacía hincapié era que el lugar era una recinto Federal, y por lo tanto las manifestaciones como la demostrada por nosotros no tenían allí cabida. Sin embargo todo quedó en aquella llamada de atención y ya no volvió a pasar algo semejante.
En el año escolar 1960-61, el profesor Arreola, excelente maestro, destacado deportista y basquetbolista sobresaliente, organizó un torneo interno de basquetbol, para los cual convocó a los interesados (en el cual me incluí) y nos reunieron en el espacio de patio a un lado de las escaleras y enfrente de los sanitarios, una vez allí nombró a las personas que fungirían como capitanes de los equipos, quienes por turnos y de acuerdo a un sorteo irían escogiendo entre los participantes, con el fin de que aquel torneo resultase de lo mas nivelado que se pudiese. A dicha reunión asistieron todos los interesados de los tres años académicos. Claro que los capitanes deberían tener algún antecedente y aptitudes para la práctica del básquet; tuve la suerte inmerecida de ser escogido como capitán y así me toco seleccionar, a los futuros compañeros del equipo. De aquellos que formaron parte del equipo a mi cargo, recuerdo entre otros, a Omar Rodríguez, Cesar Ordoñez, José Gutiérrez, Joaquín Salas, Mario Álvarez, el joven de Marte, no recuerdo bien si Manuel Mancha, tambien fue parte del equipo. Después de inaugurado el torneo, los juegos se realizaban por las tardes después de la última clase. No recuerdo quien ganó dicha competencia.
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Recuerdo una tarde más de esa primavera del 62, que por haberme “portado bien” en alguna de las clases, el director me ordenó recoger los papeles de unos jardines que había a los lados del corredor que llevaban del vestíbulo y base de las escaleras al área de los talleres. En del lado poniente, estaba colocado un busto del presidente Madero y daba precisamente a la puerta del taller dedicado a las señoritas en donde la maestra Oralia Gaona, les impartía clases de cocina y de costura; andaba yo en mi encomienda y escuche, un “sssttt.., sssttt..”, como que me chistaban, dirigí mi vista hacia la puerta del taller referido y eran 3 o 4 señoritas, del primer año, dos de ellas del mismo nombre, otra la hermana de un compañero de clase, pues realmente yo me hacía como que no oía y rápido termine con mi labor y hasta allí se quedó el “chisteo”. La hermana del compañero de grupo, dos años después, cuando ella estaba ya en tercer año y yo estudiaba en Torreón, fue mi primera novia, a la cual veía casi cada ocho días porque mis viajes a Parras, eran con esa periodicidad, cada fin de semana. No recuerdo cuanto duro aquello pero fueron algunos meses nada más. Su nombre, como dice el señor de la tele de Monterrey don Fernando Seriña: "Ahi se los dejo de tarea".
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En la Secundaria existía el intercambio estudiantil, de alumnos de acá con alumnos de algún plantel de los Estados Unidos, en especial de Helena Montana U.S.A., en el tiempo que curse mi instrucción, viajaron a esos lares los alumnos Angélica Calderón y Humberto Torres Pamanes., y a cambio vinieron una señorita de nombre Nancy y un muchacho llamado Bill; ella se asistía en casa de la familia Agüero Monterde, allí por la calle Madero y el joven en la casa de la familia Torres Pámanes, por la Ramos Arizpe, casi llegando a la calle Acuña. Cuando retornaron, para darle la bienvenida a Angélica, se nos reunió al alumnado, ante quienes la alumna que retornaba, dio una demostración de Rok and Roll, baile de moda en la Unión Americana, haciendo pareja con el joven Bill, la hizo en el pasillo oriente del edificio, a un lado de las escaleras. De igual manera, en ese tiempo hizo un viaje a los Estados Unidos el profe Valdez (Jesús Ma.) con el fin de perfeccionar su inglés y aplicarlo a la materia que el impartía. Después de algunos meses volvió a Parras y al incorporarse como maestro de inglés, en su clase nos enseñó en dicho idioma la canción It’s, Cherry Pink and Apple Blossom Whait, (Cerezo Rosa), canción que nos hacía repetir una y otra vez, hasta que según su apreciación la cantásemos bien y en forma completa. Como que ya hasta dormidos la cantábamos de tanto repetirla. En la escuela secundaria, realmente no había muchas celebraciones, aparte de las señaladas por el Calendario Cívico Nacional cada lunes por la mañana se celebraba el Saludo a la Bandera; el día de las madres (10 de mayo), con un festival en la escuela al que acudían las madres de los alumnos; el día del maestro (15 de mayo), no recuerdo bien pero al parecer era solo un día de asueto, y el día del estudiante (23 de mayo), con un día de campo. Queda en mi memoria haber asistido a alguno de esos paseos, el cual fue en la nogalera de San Lorenzo, en donde convivíamos la totalidad de los alumnos, compartiendo el momento y en ocasiones los alimentos que cada uno llevase. Nos juntábamos un grupo de 5 ó 6 aunque fuesen de otros grados, se ponía alguna especie de mantel en el suelo, y allí cada uno depositaba lo que había llevado para comer, y cada quien tomaba lo que se le apetecía, sin que hubiese “fijón” o reclamo de alguna especie. En esa ocasion me toco compartir los comestibles con Cosme y Armando Garces, Enrique Arciniega y Manuel Avila Camacho (asi se llamaba y no era el presidente), alumnos que estaban en un grado mas adelante que yo. La escuela contrataba un carro de sonido, que llegaba al lugar hacia la media tarde y con su música se organizaba un baile, entre los mismos alumnos, aunque debo decir que eran muy pocos los que se animaban a bailar éramos jóvenes de entre los 12 y 15 años, como que a muchos todavía no nos alcanzaba el tiempo, para tal actividad. Al caer el sol, se iniciaba el retorno a la escuela en algún camión, tal vez de los de don Atilano Molina, mismos que nos habían trasladado por la mañana al lugar indicado.
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Hubo un hecho muy lamentable cuando en lo personal cursaba el segundo año, resulta que el martes 14 de noviembre de 1961, era un día como otros, a la salida del medio día, nos trasladamos a nuestros domicilios a comer; de acuerdo al rumbo que uno tomaba, se hacía acompañar por otro u otros alumnos que tomasen el mismo camino. La ruta que en lo personal seguía, iba de la Cayuso, Martin Torres, Plaza de Armas en forma trasversal y Madero al poniente y es la misma que tomaban: Quico Agüero, Manuel Bravo, Ramiro Peña, Jose Luis Esparza, Sebastián Hernández y Paco Flores entre otros. Ese día me fui platicando con este último, que era compañero de año, pero no de grupo. Nada anormal en el recorrido, yo me quede en mi domicilio y el siguio su camino;a eso de las 2 de la tarde cuando había terminado de comer llegó a la casa un tanto alterado mi primo Antonio Palacios Macías, quien auxiliaba a mi padre en algunas actividades de la oficina y nos dio la noticia de que Paco Flores se había dado un balazo; tras de ello, tal vez por esa curiosidad morbosa de joven, nos dirigimos a la casa de Paco, que se situaba allí en la antigua calle de la Horca, en ese tiempo Viesca y Lobatón, a media cuadra de la Orilla de Agua hacia el norte, y a media cuadra de la esquina Colorada, hacia el sur; y allí en un espacio dedicado a sala, del domicilio aparecía tirado el cuerpo de Paco en medio de un charco de sangre; ante aquella escena tan impresionante y patética, rápido salimos de la casa y con gran susto nos regresamos a nuestro domicilio, porque debíamos asistir a la secundaria a las clases vespertinas, por la fecha la hora de entrada era a las 3 de la tarde en horario de invierno. A nuestro arribo a la Secundaria, claro que la triste noticia ya casi era del conocimiento general del alumnado y con lo que yo había visto, se acabo de completar la información. Al otro día por la tarde fue el sepelio en el panteón de San José, al cual asistimos la gran mayoría del alumnado de la Secundaria. Paco, era un muchacho delgado, de cara afilada y con pelo lacio, peinado hacia atrás, ningún otro rasgo especial que yo recuerde. Después me enteré que al morir tenía 15 años y que sus padres eran don Juan Flores Mena y doña Cruz Salinas. Triste, muy triste aquel acontecimiento.
No recuerdo haber presenciado nunca alguna riña entre el alumnado, el ambiente era bastante cordial. Claro que había diferencias entre los alumnos, pero no pasaba de allí. En ese tiempo había un centro de reunión de los alumnos a la salida de clases por la tarde, que era un estanquillo que existió en la Plaza del Beso, atrás de la Parroquia, que se llamaba "La Movida", propiedad de don Fernando Orozco, allí servían entre otras frituras dulces y refrescos, sobre todo y en tiempo de calor, los llamados “yukis”, que era hielo molido en la “yukera”, se servía en unos conos de papel y se les agregaba algún sabor elaborado con agua endulzada coloreada con anilinas vegetales de diversos colores y sabores, piña, limón, fresa, etc. Había una rokola, que funcionaba con alguna moneda, al parecer de 20 cvs., según mi memoria; era la época del Rock and Roll. Allí se escuchaban las ultimas baladas de este tipo, el Rock de la Cárcel, La plaga, Confidente de Secundaria, Buen Rock esta Noche, Lucila, Anoche no Dormí, Rock de Nena Linda, Presumida, El Acapulco Rock y Popotitos, entre otras. Por cierto la Plaza del Beso, tenía en el centro una fuente, muy descuidada de color café rojizo, en donde escurría el agua por todos lados; dicha fuente fue inaugurada en febrero de 1948, y estaba dedicada al P. Juan Agustin de Espinoza. la Plaza del Beso tenía unas bancas larguísimas en sus laterales del lado oriente, del sur y del poniente, con dos pilares en las cabeceras y sus pasillos sin pavimentar, de “vil tierra”. Existian frondosos arboles de fresno, en la parte colindante con la espalada de la Parooquia. La citada plaza, carecia de alumbrado publico suficiente, por lo que las noches resultaba el lugar perfecto para que como la cancion de Emanuel: los enamorados "unieran sus manos y besaran, jugaran al amor y se abrazaran". De alli el nombre de Plaza del Beso. Desgraciadamente, hoy magicamente le han quitado todo el romanticismo de antaño.
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Como miembro de los “Boyscauts” de Parras, el 23 de abril, día de San Jorge, patrono de dicha organizacion; por parte de la agrupación se nos pedía portar el uniforme todo el día, y en algún año o años, me tocó llevar dicho uniforme a la Secundaria y como éramos muy pocos los que perteneciamos a dicha organizacion: Vicko Gaona, Peto González, Quico Agüero, Fermín Loera, Daniel García, Odilón García, Ramiro Reyes, Rogelio Ramirez, Mauro y Juan Serrano, eramos objeto de las bromas y burlas de nuestros compañero.
Siempre me ha gustado el deporte y en lo personal vuelvo a recordar que en algunos recreos de la mañana, aprovechaba el receso para practicar, básquetbol sobre todo pero por allí alguien llevaba algunos guantes de beisbol y en ocasiones me ponía de “cacher” a los lanzamientos de Rogelio Alvarado “Chuma”, que por cierto tiraba demasiado duro y jugaba con algún equipo de beisbol de la Hacienda.
En ese tiempo no se acostumbraba llevar “lonche” a la escuela, por lo general creo que la mayoría ya íbamos “desayunados”, nunca hubo desmayados por falta de alimento matutino; en colación a ello viene ese dicho muy característico de los maestros de ese tiempo cuando un alumno no hablaba con tono claro y fuerte, el maestro solía decirle: “parece que no desayunaste”. En la tiendita vendían solo alguna soda, que no eran muy solicitadas, dulces, chocolates Larin, galletas y frituras, papas, chicharrones de harina, cacahuates y fritos, elaborados por el señor Mercado y por el señor Silva, algunos de cuyos hijos estaban o estuvieron en la Secundaria.
Era el tiempo de la radio, no había televisión, sólo existía el cine estrella, en esa época empezaron a aparecer los radios de transistores, las plumas “atómicas” se fueron haciendo más populares, estas no eran más que los simples bolígrafos que hoy conocemos, con lo cual el uso de las plumas fuente, manguillos y tinteros se fueron alejando, los cuadernos de espiral eran más populares y habían desplazando a los cuadernos que estaban grapados a la mitad de las hojas. No había copias fotostáticas ni nada que se le pareciese, salvo el uso del mimeógrafo para la elaboración de los exámenes y circulares. Por lo general para copiar un escrito había que poner pasante. Como ya dije anteriormente acudiamos a la escuela mañana y tarde, por lo que no nos cargabamos de libros y útiles escolares como hoy se estila, el uso de las mochilas era muy limitado, algunos utilizamos los llamados portalibros que eran dos correas de cuero o de plastico ahulado, con una agarradera en la parte superior y servian para amarrar los libros para no llevarlos sueltos, que era la forma mas comun de trasportarlos. Los útiles escolares se podían adquirir en El Globo de don Guillermo Laredo o en El Popular, de don Gabriel Robledo Luna, quien también fungía en la planta de maestros de la Secundaria, impartiendo el taller de Encuadernación, sin embargo en lo personal no tuve el honor de tomar dicho taller. El material para carpintería, por lo general la adquiríamos en “El Gallo” de don Felix L. Reyes y posiblemente en el Globo.
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Las señoritas eran muy formales para vestir, no había uniforme, siempre con vestido o falda claro, era el tiempo de las crinolinas y sus vestidos amplios y largos, abajo de las rodillas, el uso de los pantalones por parte de las damas, ni sus luces, sólo por allí en la ciudad algunos destellos de ello. Ya ni hablar de la moda de las piernas largas y las faldas cortas, faltaban 3 0 4 años para que se empezara a utilizar, pero aun no le llegaba su tiempo. En los varones se utilizaba generalmente el pantalón de lienzo o gabardina y casimir azul obscuro, para los eventos especiales y como uniformes en algunas escuelas; los vaqueros de mezclilla casi no eran utilizados, solo los usaban, personas que podían traerlos del “otro lado”, su uso aun no se generalizaba entre la poblacion; el pantalon de mezclilla era conocido pero no en su version vaquera,sino que eran pantalones de corte normal, y los utilizaban por lo general algunos obreros de la Industrial de Parras, que les confeccionaba sus sastres particulares, con la mezclilla que alli se fabricaba. Para la práctica del deporte no había más que los tenis Super Faro, ¿y los "Convers", ah, los "convers" esos aun tardaron algunos años para poderlos usar; el basquetbol y el beisbol eran los deportes con más adeptos, el futbol era poco practicado, los que lo hacíamos solo lo jugábamos en el parque Niños Héroes, por las tardes después de clases y los sábados por la mañana. Para conseguir los balones, tenis, “Tacos”, “Tachones” o “Chuts”, había que traerlos de otra ciudad cercana, los balones eran solo de cuero y cuando se ponchaban o rompían había que llevarlos con algún zapatero, pero primero había que parchar la cámara. En esas fechas se hizo un campo de futbol en el lado poniente de la Colonia Estrella. La práctica del basquetbol era más popular, había canchas en la Escuela Técnica, en la Secundaria y en la Industrial de Parras, cuyo espacio era conocido como Heroínas Mexicanas, allá en la Hacienda. En esta última era en donde se realizaban los torneos del municipio, se jugaba con balones Voit. Menciono la práctica de la natación, no como deporte sino como distracción de la juventud parrense, casi la mayoría de los jóvenes sabíamos nadar, primero en los bañitos del Centenario y Villarreal y después en los estanques de la Hacienda y de la Luz. Había muy buenos nadadores en Parras, sobre todo de los que radicaban en la Hacienda, entre ellos estaban los integrantes de la familia García Trejo, cuyo padre el “Güero” Marcos García era un connotado deportista y sobre todo gran nadador.
En Parras las tiendas de ropa y calzado eran escasas, allí estaba la Casa Giacomán, vendiendo lo último de la moda y sobre todo en el calzado, con aquella inolvidable firma de zapatos “CANADA”, la tienda de don Felipe Sabag, la Casa Marcos y en este ramo en la Hacienda estaba la Proveedora Obrera, con su tienda "El Prometeo", propiedad del Sindicato de obreros (SOPE), para ofrecer precios bajos y creditos faciles a los trabajadores de la Industrial y la administraba el ppropio Guero Marcos. En la cuestión de abarrotes, había varios establecimientos, como Casa Vidaña, “El Obrero” de la familia Orozco, el de don Antonio Dávila, el de don Dámaso García y el de don Salvador Peña, entre otros.
Escuchar la radio era lo más novedoso, había algunas estaciones especiales que llamaban la atención, sobre todo en las noches, porque en el día nada de señales radiofónicas, solo alguna de Monterrey, que se oía con gran deficiencia, de ruidos y sonidos extraños como sonidos del espacio de naves extraterrestres. Se escuchaban las estaciones de la ciudad de México, XEW, XEQ, XEX, la XEB la B Grande de México, Radio Mil. En ese tiempo apareció la XEJQ, de Parras, que era la única que se escuchaba en Parras durante el día. De la television ni sus luces; en lo personal la llegue a "ver", en los viajes que en ocasiones hacia a Torreon con mis padres. |
En Parras de esa época no había restaurantes en forma como hoy los conocemos, solo había, como dice la canción “algunas fondas chiquitas que parecían restaurantes”, allí enfrente del cine Estrella y por el rumbo del Mercado, pero no eran muy familiares que digamos. Todo mundo acostumbraba por lo general tomar sus alimentos en sus respectivos domicilios. A nuestra edad no acudíamos a centros sociales o cantinas en donde había mesas de billar, cuando se llegaba a jugar se hacía en forma clandestina, en uno que operaba por la Treviño, pasando la Martín Torres (allí subiendo la plaza), en un billar de un señor llamado Pioquinto, que al llegar los jóvenes cuando querían jugar le decían al citado señor “bolas Pioquis”, dicho que hasta el profesor Salas conocía y se los refería a los alumnos cuando se enteraba que alguno de ellos había estado por allí. Que no nos viesen entrar a la “Mutualista” o la JAF porque se nos reprendía duramente. La distracción mayor de la juventud de ese tiempo, estaba en el mes de Agosto, con la celebración de las fiestas de la vendimia, mucho ruido, mucha luz nocturna, mucha gente, mucha música de mariachis y de todo tipo; el pueblo se salía de su habitual quietud, en ese tiempo, en lo personal el ambiente me causaba cierto estrés, pero pronto pasaba y trataba de divertirse como mejor conviniese. Las calles circundantes de la Plaza de Armas era el recinto para la instalación de los juegos mecánicos y puestos de venta de comida, variedad que no era tan amplia como hoy. Claro que habia reuniones y bailes para las personas mayores, pero en lo personal, aun me faltaban algunos años para que me atrajera aquel tipo de diversion, y vaya que si despues me gusto. La fiesta solo duraba una semana y se acabó, no como hoy que dura dos y hasta tres. Después de ella venía la espera de 15 días para empezar un nuevo ciclo escolar.
Al finalizar, el tercer año, nos preparamos para la fiesta de fin de curso y la entrega de certificados correspondientes; para la fiesta se preparó a un grupo de alumnos para que bailasen el vals de graduación, en lo personal no me tocó hacerlo, confieso que de mi grupo de la sección “A”, éramos aproximadamente 30 alumnos varones, y yo era de los tres con menos estatura, solo medía más que Pepe Flores y de Antonio Hernández, tal vez por ello no fui de los afortunados para ello y el numero de señoritas era menor que el de los varones y claro no alcazaba para todos. Sin embargo a los que no intervenimos en el baile, nos incluyeron en una "coral", y la dirigía la maestra Ma. Elena Martinez de Líos, para ello acudíamos por las tardes a la casona de los Pérez Yarto en donde funcionaba la Casa de la Cultura, patrocinada por el INBA, y en la sala principal, que es hoy el restaurante del Hostal del Farol, había un piano que servía a la maestra Líos para los ensayos correspondientes; el tema de la cancion fue la Adelita o algun tema parecido, de esos de las damas de la revolucion. Por cierto la citada maestra de Lios, en sus clases de musica en tercer año, cuando se dirigia a mi persona siempre lo hacia por mi apellido materno "a ver Palacios...", por lo que yo ni caso le hacia, hasta que me llamaba por ni nombre o por mi apellido paterno, hasta entonces me ponia de pie para que me dijera lo que deseaba preguntarme. Nunca supe por que lo hacia, tambien esto se los dejo de tarea. Esto, y un poco más es lo que viene a mi memoria de aquellos años felices de mi estancia en la Escuela Secundaria Federal “Presidente Madero” de Parras, hoy que "solamente" han pasado cincuenta y dos años de aquellos acontecimientos.
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Después... despues de aquellos años felices, vino la emigración de muchos de nosotros, unos a Saltillo, a Monterrey y a Torreón principalmente, algunos se quedaron en la Normal que apenas empezaba, nos fuimos cual vagabundos y “vagamundos” y nos perdimos entre el murmullo, el ruido y la prisa de la gente de otros lares, dejando atrás todos aquellos años y sitios tan llenos de recuerdos. Solo me queda decir que en mi mente permanecen aquellos perennes recuerdos de nuestros años de sueños "de rostros juveniles, de voces y risas, que han huido con el paso de los años y son como fugaces luces que se van perdiendo en el infinito". Por esta vez solo mi recuerdo imborrable de aquella querida Secundaria de Parras y solo me resta decirle: Adiós... Adiós… Adiós…
De Aquella Generación 1959-1962. Ex alumno Gildardo Contreras Palacios. Verano del Año de Gracia de 2014. Torreón, Coah.
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